Por: Wilber Córdova
En el año 2009 el expresidente Alan García declaró a la prensa, en referencia a las poblaciones indígenas que protestaban contra decretos legislativos referidos a la Ley Forestal, que estos habitantes correspondían a otra categoría de la ciudadanía peruana; cito textualmente: «Estas personas no son ciudadanos de primera clase» … «¿qué pueden decir 400 mil nativos a 28 millones de peruanos?». Menciono la sesgada declaración para hacer alusión al título del libro de Yero Chuquicaña Saldaña, pues debemos recordar que en el país se denomina segunda mano a todo aquello que se adquiere, ya sea por cambio o compra, luego de haber sido utilizado en primera instancia por una o más personas. En algunos casos, si ha tenido más de un dueño se le debería denominar de “tercera” o “cuarta” mano, pero el término “segunda mano” engloba como adquisición a la anteriores.
He allí el título que no solo tiene referencia global de la obra, sino también carácter nuclear, ya que la temática que se desarrolla en cada uno de los cuentos obedece a la misma alma o estirpe de un sector de la sociedad que no es considera de primera mano, clase o categoría; es decir, que el cuentario desarrolla el título, como si fuese la tesis o propuesta, iniciando con un personaje que ilustra o iconifica el libro: «un peruano».
En el primer cuento, Peruano de segunda mano,la voz narrativa adentra el pensamiento de un personaje narrador justificando su cosmovisión personal a través de una simbología binaria, el número 2. Sustenta esta dualidad de su entorno como un lente específico por donde ve las cosas y desarrolla constante reflexión (cito en la pág. 11): «Cuando era niño tenía una fascinación por el número 2. Podía verlo en todas partes: la ruta 2 del bus, mi fecha de nacimiento, 22 de febrero a las 2 horas». Esta dualidad que lo circunda (incluso hasta el fanatismo), conlleva al narrador personaje no solo a una situación casual o cabalística, sino causal y filosófica: primero, como aludiendo al dogma del Yin y el Yan, el número 2 «le representa la unión y equilibrio de las partes» (cito pág. 12). También podríamos discurrir en la lucha de contrarios como una de las leyes de la dialéctica materialista, cuando piensa que las oposiciones siempre son necesarias (cito pág. 12): «Las unidades también se me presentan como opuestas». En definitiva, desecha todo formulismo o dogma (cito pág. 12): «Finalmente me di cuenta que ese valor, con el que creía ver más allá de lo evidente, era solamente basura en el mundo real».
Con aquel insumo inicial de dualidad, describe un cosmos necesario como habitad de desarrollo (cito pág. 13): «La ciudad de Ilo estaba partida en dos, el puerto y la ciudad Nueva, el puerto a su vez estaba divido en dos, Puerto de toda la vida y la Pampa inalámbrica, la Pampa también estaba constituida por dos sectores al borde las lomas y las chozas de más allá, etc». Este recurso coloca en la mente del lector un lugar original y real en el que se desarrolla el personaje, una disyuntiva, una posibilidad de sitio, pero que no pudiera cambiar el destino del personaje. Describe así las carencias de la zona, el abandono, la falta de servicios públicos como alumbrado, asfalto, etc., penurias comunes en ambos casos, y es que a través de recuerdos nítidos establece una conexión con los espacios presentados a la par, tales como las pampas, los escenarios marinos, los días en que llegó la luz eléctrica, la llegada del chino kamikaze al pueblo; todo visto desde la dualidad (cito pág. 13): «En el puerto la gente se dedica a la pesca, a la fábrica de harina de pescado o a las aduanas marítimas».
Persiste el Peruano de segunda mano con un esquema de divisiones en Ciudad Nueva: por un lado viven los trabajadores de la mina y, por otro, los funcionarios, además de los Temporales y los Permanentes, como los contratados y los nombrados, etc. Finalmente, hay pequeñas casas y viviendas de lujos (cito pág.15): «Eran como casas de gringos, cuando llegaba la Noche de Brujas nos disfrazábamos de vaqueros y nos llenaban las canastas con puro Hershey’s y Snickers, nada de Chocomel o cocorocos…». Se menciona también una división de clases educativas entres estudiantes del colegio Americano y estudiantes del Meiggs. El padre del narrador personaje hace denegados esfuerzos por la manutención y educación en agencias de aduanas y aquel vive la dualidad de su entorno como aludiendo una antonimia social constante: al rico y al pobre, al suertudo y al desgraciado, al feliz e infeliz (cito pág. 17): «Mi padre, a causa de la marea, acabó en Ilo, y yo, irremediablemente, crecí entre todas estas divisiones, entre todos estos mundos».
Hay presencia de un argot popular muy particular de la zona (cito pág. 14, 15 y 16): «Durante horas nos pusimos a cordelear, no éramos buenos con las cañas, pescábamos borrachos o tramboyos y hacíamos picaditas». Adicionalmente al lenguaje marítimo, se percibe un humor costeño(cito pág. 24): «Su negocio estaba repleto de cascos, botas y televisores potones». Forman parte de estas reminiscencias los nuevos lugares del puerto, los mercados y la caravana: una famosa feria que dejaba despojos los días martes para que los perros callejeros se deleitaran. Además, refiere la voz narrativa a la mar como una deidad equivalente a la Pachamama (cito pág. 14): «…nuestros padres decían que debíamos querer el mar como si fuese un pariente nuestro, teníamos prohibido darle la espalda, porque podía tornarse en contra nuestra y deberíamos correr hasta la línea del tren… nos hablaban con el mismo recelo de la tierra…». Los temas sociales en lo urbano están desarrollados entre arrebatos de adolescentes con juegos toscos, pilladas, travesuras, mataperradas, engaños y desventuras.
Haciendo una rápida mención sobre los siguientes relatos, podemos encontrar que el rol en la toma de decisiones de los personajes marca su destino de manera singular. Por ejemplo, en el cuento Bíceps,el conflicto del aspecto corporal juvenil se ve cuestionado desde una entretenida narración con franqueza e ironía. Es entretenida en cuanto persigue aquel ritmo lector de Alienación de Julio Ramón Ribeyro, que nos aproxima a situaciones que deliberan inconvenientes con la identidad y la apariencia física de los jóvenes.
Se comparten experiencias extrañas o poco conocidas sobre las secuelas de la trasnoche causadas por el alcohol y las drogas en el cuento No puedo dormir; donde nos acercamos a situaciones de un raro insomnio y quizás efectos de una extraña paranoia.
En el cuento Tony Montero se desarrollan temas sociales acuciosos de una juventud excedida entre escapadas de alcohol en el colegio hasta la microcomercialización de estupefacientes que configuran a un Tony Montero, exalumno del Colegio Independencia de Arequipa, sin muchas aspiraciones o proyectos de vida, hacia un Tony Montana que enviaba hielo hasta Europa.
Saltamos a la fantasía respecto a una pareja de jóvenes en un encuentro sexual y una extraña filia en el relato Hambre. Una muchacha pondrá los pelos de punta en la resolución carnal del deseo cuando todo para impredeciblemente.
En el cuento Perro Malpipa encontraremos al personaje literario urbano mejor construido (personaje que estoy seguro trascenderá en la literatura sur peruana). El joven Pedro Malpica, de ideales altos y presto a la lectura voraz, tiene un trabajo como apoyo siendo un estudiante universitario; todo un prospecto de progreso en un primer momento, para luego caer en el abandono social por giros propios de descontrol y la desidia. En mi percepción, Malpipa es el protagonista más elaborado del escritor, el cual vincula también el cosmos por el cual discurre quien lo configura en lo literario, lo urbano, lo humano, con las cuitas juveniles y con los peligros sociales de su contexto.
Hacemos conexión directa con los ciudadanos que viven la situación más dura de la calle respecto en ventascon el cuento Popular. Habilidades sociales de convencimiento siendo Carrero o Charla son contadas aquí; conocemos el afán vendedor del personaje Tío Peluche, y la traición y lealtad de grupos que sobreviven en las esquinas de paraderos que son solicitados aún más por extranjeros. El duro día a día de los Urbaneros es expuesto en este relato.
El cuento Fiesta de almas se desarrolla en el marco de la crisis política y social actual con la relación de dos jóvenes de situación social distinta. Por un lado, una joven de clase media pudiente y en otra un muchacho de menos economía, involucrado en protestas. Llama la atención el nombre del protagonista de este relato por el contexto actual, Boyka, pues el general PNP Jorge Luis Ángulo se animó a analizar el significado (semiótico) de los mensajes escritos en los escudos artesanales usados por manifestantes para defenderse de los perdigones; análisis, por cierto, de pobrísimo rigor. Según la RAE, la semiótica es el estudio del significado de los signos lingüísticos y de sus combinaciones, es decir, se emplea para representar una idea o un objeto diferente de sí mismo. Los comentarios del policía respecto a su desatinada interpretación pasaron a ser vergonzosos. Cabe mencionar que la palabra Boyka tiene la acepción de “pelear” en ucraniano, además de representar también en el cine el nombre del peleador más completo del mundo: Yuri Boyka.
Pero es mediante el recurso epistolar que Yero Chuquicaña Saldaña establece diálogos entre los personajes distanciados: Boyka y su novia, quien lleva la narración en todo momento. A través de misivas por correo electrónico hace que la narración nos sumerja en una relación de jóvenes imposibilitada por distintos ideales. Boyka, cual si fuese Marius Pontmercy de Los Miserables (monumental obra de Víctor Hugo), es un muchacho entusiasta que cree en el cambio social, es optimista por un nuevo país y está comprometido con la causa. Protesta en las calles, viaja a Lima, se expone no solo a las balas de la represión, sino también al abandono de su relación amorosa con una joven de familia de pensamiento divergente (cito pág. 125): «¿Te vas a lima a protestar? piénsalo bien. Lima ahora no es un buen lugar. De hecho, creo que nunca lo fue. He leído por ahí que la poli está deteniendo gente en los buses sin preguntar. Los bajan y se acabó. No seas gil».
Fiesta de almas es el relato que sintetiza muchas taras involucradas en el contexto actual de protestas tales como clasismo, racismo, opresión, etc., que salen a flote mediante esta relación que nos hace reflexionar sobre nuestras diferencias llegado un punto de crisis o disyuntiva. Cómo es que las personas asumieron este conflicto de estallido social, qué tan importante fue para los peruanos asimilar más de 60 asesinatos, cómo conciben los peruanos el hecho de que manifestarse se haya tornado indistinto para cada quien… Todo ello según su postura social económica, condición de vida, ideología, etc.
La madre de la joven narradora cree, por su parte, que la opresión militar es el único camino a la paz mientras ella oscila entre dos puertos inseguros a falta de madurez personal, seguridad y convicciones (cito pág. 124): «Boyka, ¿sabes lo que dice mi madre?, que toda esa gente merece lo que les está pasando por bloquear carreteras… Todo eso me paltea, le dije mamá, cállate, y me metió un manazo».
Hay varias meditaciones en este último relato de Yero Chuquicaña Saldaña que a la vez se presentan como premonitorias. Abarca fechas importantes como haciendo un mapeo de los movimientos sociales a través de Boyka: el fenómeno del terruqueo, la indolencia, la desacreditación total por algunos violentistas que maculan las marchas, la indiferencia, el silencio de algunos grupos sociales, la presencia del arte en protestas, el ingenio, el compromiso juvenil en el unísono de la justicia, etc.
Se añade a manera de colofón costumbrista la tradición del desccaique que devela el título en la denominada fiesta de almas benditas como homenaje al caído y los caídos. Se ilustra incluso con la santidad de San Gil en ironía de los que solo juntan sus manos y no se pronuncian ni en las calles ni en las redes (cito pág. 131): «Con la bendición de San Gil ayer velamos a los féretros…».
Virtud bastante notable en Peruanos de Segunda Mano es que podemos encontrar una variedad compleja de personajes urbanos construidos límpidamente. Naturales, sin maniqueísmos ni pretensiones aduladoras, son más bien fotografías nítidas de personas de a pie, que luchan y se forjan día a día en su comunidad, distrito, zona o asentamiento humano. Profundiza aún más que Ribeyro al dotarles inquietudes de progreso y optimismo de un nuevo país que se autoconstruya con oportunidades en su difícil trayecto. El destino de sus actos va más allá de lo propuesto en los personajes urbanos de Oswaldo Reynoso, que suelen ser más sobrios y menos dinámicos, pues aquí juega un papel determinante la toma de decisiones que repentinamente puede dar un giro en sus vidas. Ello, aún más, crea empatía en la lectura de los que, en lo popular, conocen voces como “él tiene barrio, él tiene calle, él sí sabe”.
Esto, junto a la interacción social de lo urbano marginal, construye un cosmos de distintas vidas. Verbigracia: los jóvenes sobreprotegidos (cito pág. 20): «Tico Tico, el joven huevoncito que toda su vida vivía bajo las faldas de su madre. Django, el tío emprendedor, el canillita. Lechuga, típico vago de barrio. Luigui Zúñiga, el muchacho mil oficios. Geraldo, el abusivo, el mal amigo, el patán, el serrucho…». Pero quizá sea el personaje apodado el Peruano quien sintetice a todos los anteriores: el de polo blanco y franja roja, el de las pichangas, el de zapatillitas estrella, el que nació en el lugar equivocado, el que recibe los insultos y las patadas, el escuálido, el frágil, el que recibe la paliza, el apanado, el pobre, el peruano de segunda mano(cito pág.26): «Geraldo le dijo que él era un harapiento, un hijo de nadie, un peruano cachinero, un peruano de segunda mano».
Peruanos de segunda mano es un libro que, incluso irónicamente, nos permite reír de nuestras desgracias. El lenguaje coloquial de calle nos conecta rápidamente con el mundo de los protagonistas que se muestran sinceros y hasta despreocupados de sus destinos. La fina ironía ayuda a exponer obcecaciones de una sociedad con personajes que concluyen en finales desventurados y hasta, a veces, trágicos; he allí la razón de una amarga sonrisa.
Recomiendo el libro no solo por un tema de coyuntura, pues por el contexto político muchos de la llamada alta sociedad han develado que, en su imaginario, en realidad existen peruanos de inferior categoría y deberían ser tratados así; pese a ello, algunos sonreímos, y seguimos leyendo.