El lago Titicaca (Puno), uno de los sitios más emblemáticos del Perú, enfrenta un preocupante desafío: la contaminación. A pesar de su importancia para el país y su majestuosidad, este cuerpo de agua se ve perjudicado a diario. El lago no recibe ningún cambio desde hace años.
Este emblemático lago, ubicado en la frontera entre Perú y Bolivia, es uno de los cuerpos de agua más impresionantes del mundo. Con una altitud de más de 3.800 metros sobre el nivel del mar, es considerado el lago navegable más alto del mundo. Cuenta con una superficie de aproximadamente 8.372 kilómetros cuadrados y una profundidad máxima de 281 metros. Asimismo, este lago alberga una gran variedad de vida acuática y es hogar de especies endémicas.
Sus aguas son vitales para las comunidades locales, que dependen de esta para la pesca y agricultura. Además, las comunidades locales construyeron a mano las islas flotantes en el lago Titicaca, las cuales son famosas y muestran su ingenio y capacidad de adaptación. Con una rica historia y una impresionante belleza natural, el Titicaca es un destino turístico popular que atrae a miles de visitantes cada año.
Sin embargo, en los últimos años la contaminación y el calentamiento global generaron consecuencias en el lago. Debido a los desechos domésticos y las descargas de residuos industriales, el agua del lago se encuentra infestada de microalgas. Además, la falta de lluvias ha reducido sus niveles de agua a niveles críticos. En 2015, se identificó la primera floración de fitoplancton (microalgas), debido a las largas lluvias registradas en ese año. Lluvias que provocaron un exceso de nutrientes y contaminantes en el agua, que generaron el crecimiento de estas microalgas y dañaron el nivel de luz y oxígeno, perjudicando así la vida acuática.

“Si no hacemos algo, vamos a tener una enorme cloaca donde se vierten todos los residuos, un lago totalmente degradado sin fauna ni flora y con pocos espacios donde se pueda seguir cultivando trucha”, alerta Carlos Revilla, antropólogo y director del Instituto de Investigación y Acción de Desarrollo Integral (IIADI).
Desde hace una década aproximadamente, los pobladores de diversas cuencas alrededor, denunciaron la contaminación del lago Titicaca. Distintos análisis realizados por la Autoridad Nacional del Agua (ANA) encontraron sustancias nocivas que perjudican a toda la población que consume esta agua debido a la irregularidad de distribución de agua por parte de los camiones cisterna.
Cada año, el Titicaca recibe unas 100 mil toneladas de basura arrojada tanto por industria como por hogares, además de desechos de mercurio y cadmio provenientes de campamentos mineros cercanos. En el lago, se vierten distintos desechos de hospitales y sustancias químicas para cultivo a través de 59 ingresos de tubos de desagüe. Estos desperdicios, sumados a que no existen plantas de tratamiento de aguas servidas, son el motivo principal de la contaminación.

El Lago Titicaca es un tesoro natural y cultural para el Perú que debe ser protegido y conservado para generaciones futuras. Existen distintos proyectos planteados para revertir la situación, aunque ninguno se llevó a cabo durante los últimos años. Es responsabilidad de todos, desde los gobiernos hasta los individuos, tomar acciones concretas para combatir la contaminación y preservar este valioso recurso. Solo a través de un esfuerzo conjunto y un compromiso real, podremos evitar las consecuencias que enfrenta el lago para asegurar su futuro sostenible y el de las comunidades que dependen de este.