Conversemos sobre libros por Miguel Gonzales Corrales
La literatura indigenista es una de las corrientes más lacerantes que apareció en las regiones de Ecuador, Perú y Bolivia. Nuestro continente es multicultural, multilingüístico, racial y social. Pero la literatura es la máxima expresión del reflejo de nuestras sociedades porque, como ella, no hay nadie que la pueda interpretar mejor cómo sucedió ese proceso histórico literario de mediados del siglo XX. La pureza y el sentimiento andino nos mostraron en las obras literarias una fuerza indoblegable, a pesar de la injusticia, que empezó con la conquista española.
La literatura del indigenismo denunció los maltratos de los pobladores andinos, en mayor o menor medida, de acuerdo a la visión de cada autor. Sin embrago, desde mi perspectiva la novela que engloba más el sentimiento de los pobladores del ande es «Yawar Fiesta» (1941) de José María Arguedas. Allí se muestra la cosmovisión fidedigna de sus pobladores porque muestran sus sufrimientos, sueños, creencias y sociedad. Todos los autores del indigenismo hispanoamericano tienen un toque modernista, desde una óptica objetiva. Incluso, Arguedas se ve contagiado por ese modernismo desde «Los ríos Profundos» hacia adelante.
Pero en «Yawar fiesta», lo mismo que sus cuentos, son la mejor forma de conocer la verdad genuina de la idiosincrasia indígena. Por ejemplo, si uno lee cómo es la caracterización de los personajes, el uso lingüístico entre quechua y el español entrecortado nos sumerge en ese ambiente como si lo estuviéramos viviendo en ese momento.
También, cómo se da el abuso de las autoridades cuando someten a los pobladores de Puquio por el analfabetismo y así aprovecharse para que los mistis (señores) ganen favores del gobierno, sonsacar dinero y chucherías de los pobladores, además de los abusos sexuales constantes hacia las mujeres, quienes viven sometidas a silenciosos chantajes. La novela describe cómo son golpeados los indígenas como animales de corral y la convivencia en grupos en sus casas de adobe casi destruidos. Algo semejante sucede en «Huashipungo» del ecuatoriano Jorge Icaza.
A pesar de los maltratos y la discriminación, se pinta los paisajes tan detalladamente como si nos fueran familiares. El lenguaje claro, sin artificios, es una clara muestra que Arguedas deseaba ilustrarnos con la verdad. Pero toda injusticia desaparece cuando los pobladores puquianos viven su mundo interno y en su cosmogonía son felices, entre muertes temerarias y borracheras demenciales.
Aquí sobresale la figura del Misitu, un toro negro, endiosado, para recordarles que, a pesar de sus desgracias, ese animal salvaje es quien los revive en un lugar sin miedos ni siquiera a la muerte, aun cuando al final un poblador muere atravesado por los cuernos del toro en una corrida patronal. Es un microcosmos donde no les interesa nada de los avances del mundo actual. Es su Yawar fiesta. Estas referencias de su jolgorio vehemente son vistas por los mistis y autoridades quienes no lo comprenden. Hacia el final de la novela estos elementos se detallan mejor cuando el alcalde del pueblo, explica:
—¿Ve usted señor subprefecto? Estas son nuestras corridas. El yawar punchay verdadero.