No hay nada más punk, nada más indie, que la frescura. Y escuchar a la banda arequipeña 380 es como abrir una ventana dentro de esta combi salvaje en la que viajamos, y recibir una brisa explosiva. Su disco debut “El colegio me volvió un mono” trae un electroshock, melódico y desahuevante, capaz de cargar de un tirón el celular en el que reproduces Spotify.
Estas ocho canciones, poco más de 22 minutos, no solo contienen irreverencia adolescente, y guitarras sinuosas y ritmos fieros y voces a punto de estallar; también ofrecen letras lo suficientemente sinceras y crudas que activan emociones que llevaban tiempo anestesiadas por la adultez. A mí estos tracks me llevan 16 años atrás, a esos recorridos dentro de las galerías del Siglo XX, olor a incienso y menú al paso, en busca de las copias en CD Princo de “La inocencia de los días” de Discrepunkcia o ese primer disco de Asteroides 500 mg. Aparecen, además, flashes de pogos en El Wecco de Beaterio, la Av. Parra y el Puente Grau. Y recuerdo esas ganas de solo querer huevear sin parar, y querer llorar y reír, sin parar, y gozar y sufrir, sin parar, y querer que todo se vaya a la mierda, sin paraaar. Pongo play al disco y, a lo Chanove, pienso “yo estaba justamente aquí/ desde aquí cualquiera es capaz de pensar y de descubrir”.
Es cierto que los sonidos y las angustias de estos adolescentes del 2023 son otras, las exploraciones musicales también, pero el chispazo que enciende su creatividad tiene un mismo origen. El hastío, la depresión y la incertidumbre no conocen de generaciones en Arequipa. Hay una materia prima que llega a nosotros en un mismo momento de nuestras vidas y empieza a fermentar en la juventud hasta reventar. Este disco es la explosión del presente.
¡Y qué explosión de la putamadre!
La bomba de emociones arranca con los golpes frenéticos de “Sin parar” y “Eres arte”, que a nivel lírico pueden ser simples pero no ordinarios. En los fraseos hay desfachatez, inteligencia e ironía. “Lo mío nunca fue la poesía/Por eso siempre digo que me llega al pincho la policía”. Poco a poco los tópicos ganan espesura y expresan una mirada crítica a las imposiciones sociales: ganar dinero, ser obediente, exitoso, correcto, viril. Sin embargo, su rebeldía nunca deja de lado la irreverencia. En temas como “Generación Zzzzzzz” y “No soy perfectx” salen a relucir la parodia y la capacidad de burlarse de uno mismo. Eso que tanto les falta a los sindicalistas que paporretean contra el sistema en la Plaza España y que no logran conmover nadita.
Y hablando de conmover, en las melodías de 380 también hay momentos de introspección. “Clonazepam” encapsula esa urgencia tan actual de darnos un espacio para sentirnos tristes. La vorágine que nos rodea es tan brutal que necesitamos buscar una tabla de salvación como podamos.
“No hay tiempo para llorar /Hoy prefiero clonazepam”. Se hace lo que se puede, con las armas que tenemos a la mano. Música, memes, pepas, lo que sea. “Primero muerta a reconocer/ que estoy algo sometida/en este dilema llamado vida”. Hay mucha valentía en lanzarse a la calle con el corazón en la mano y los sentimientos expuestos en la piel. Se debe destacar la presencia de Lucía como vocalista y letrista de la banda, porque plantea nuevas perspectivas y una renovación en la poética rockera de la ciudad. No tengo nada en contra de los punks barbones, basados y borrachosos, amo sus canciones y crecí con ellas, pero me encanta que el espectro musical se ramifique y amplíe.
El cierre del álbum demuestra las posibilidades creativas que tiene este cuarteto. En “TKM KTM (canción para tu ex XD)” el desamor y la revisión de los errores hacen un recorrido de más de 5 minutos por solos de guitarra, cambios de ritmo y una expansión de melodías que eleva la valla para los próximos trabajos que desarrollen.
Por el momento, queda disfrutarlos en todas las plataformas en las que circula su música. Y, si están en Arequipa, vayan a verlos en vivo: este sábado 15 de julio los 380 presentarán su disco en La Terraza Rockera (Piérola 314, Cercado. Entrada en puerta a 20 soles). A mí me queda el consuelo de darle play a su álbum y volver a los flashbacks. Si creemos en la teoría del universo en bloque, la que nos dice que toda la vida, todos los puntos de existencia, pasan de forma simultánea, pasado, presente y futuro, yo también he visto los afiches de la tocada afuera de las universidades y en los paraderos de la Independencia, y también estoy en ese pogo de los 380, y también estuve ahí con ellos, grité y sufrí con sus canciones, la juventud sigue siendo ese motor a chorro, y ahora estoy aquí para escribir esto y decirles gracias, manes, gracias por su música.