Escritor, deportista y estudiante de leyes en la Universidad Católica Santa María. A sus 21 años, Fabrizio Arrisueño ha ganado, en el 2018, el primer puesto en los juegos florales de su ciudad natal, Moquegua, en la categoría cuento y teatro. Ha publicado los libros “Apología a la existencia” (Hijos de la lluvia) y “Puntos Pausados y Finitos” (Aletheya). Además, se proclamó campeón de Jiu Jitsu en el 2019, y subcampeón el 2022.
Existencialista hasta la médula, aunque lo alumbre una juventud en efervescencia. He aquí una escueta entrevista con tan singular promesa de las letras, que acaba de presentar su último libro “Puntos Pausados y Finitos” con Editorial Aletheya.
¿Qué te motivó a estudiar derecho?
Fue una decisión que no tenía un camino recorrido, fue de un momento a otro, quizá inconscientemente al ver a mi padre en su despacho. Tal vez, las injusticias que uno ve desde pequeño o, por otro lado, la ambición de tener la ley en la palabra. Fueron muchos motivos y estoy agradecido con cada uno de ellos.
¿Cómo nació tu inclinación literaria?
En Moquegua tenía una biblioteca repleta de enciclopedias, pero, dentro de ese mundo se asomaban algunos libros que, un día, cuando pequeño, me llamaron la atención. Recuerdo algunos cuentos que estaban desperdigados en esa infraestructura de madera. Ellos incitaron mi gusto por la lectura. Luego, cuando la consciencia llega y los años también, empieza a volverse una necesidad para huir de la realidad por instantes o minutos. Ahí nace mi inclinación, en un rincón de mi casa color café.
¿Qué otras actividades realizas como hobbies o pasatiempos?
Durante varios años entrené deportes de contacto; judo, jiu-jitsu, boxeo, siendo el jiu-jitsu el deporte que me caracterizó por dos o tres años. Por otra parte, más allá de la lectura, que es un pasatiempo asiduo, me gusta escuchar música clásica y criolla, asimismo, disfruto de ver bastantes películas, sobre todo de acción.
¿Qué opinión tienes sobre la labor literaria y la ética del escritor?
Al momento de realizarla se convierte, paradigmáticamente, en un oficio que termina cuando la pluma ha puesto el punto final. Es una labor que se ejerce de forma eventual. Uno no es escritor siempre, al igual que en cualquier otro oficio. Se es muchas cosas. Ahora, respecto a la ética del escritor, es indispensable, porque hablamos de compartir con nuestros lectores nuestra humanidad, valga decir, las hazañas quijotescas de los personajes, los héroes de las historias, la bondad de la especie humana. El escritor debe estar muy comprometido con los valores, demostrar su nobleza, sus principios, no puede olvidar su rol activo en la sociedad.
¿Crees que la literatura es política?
No, pero puede ser politizada. La literatura es una herramienta de la humanidad para compartir la belleza de la vida, sin embargo, como toda herramienta esta pueda ser mal empleada. No estoy en contra de la literatura con contenido político, pero, sí estoy en contra de la literatura que persigue la politización, el adoctrinamiento, el medio como un fin. La literatura es arte y el arte como política, es un instrumento.
¿Cuál cree que es la finalidad de la literatura?
Como mencionaba, demostrar y embellecer la vida. Servir al hombre como una dosis para combatir la realidad. Esa es su finalidad. Compartir, compartirnos, ser de toda la humanidad.
¿Qué opina de la situación política, judicial y literaria del Perú?
Nos encontramos, desde mucho, en una crisis irresoluble. La política es un mamarracho, ha dejado de ser política para convertirse en el lupanar de los favores y los intereses; la justicia en un reloj de arena y la literatura en un baúl empolvado.
¿Cuáles son sus próximos planes en su vida personal, profesional y/o de creación literaria?
Culminar con mi carrera de Derecho, perseguir ciertas aspiraciones intelectuales como perfeccionar mis estudios en el extranjero y publicar una novela que pueda aportar algo a nuestro país para vencer a ese relativismo del que siempre reniego.
Por: Freddy Eduardo Aguilar Sánchez