Los putucos representan una arquitectura única, con techos que imitan falsas cúpulas, construidos con champa o adobe, un material hecho a base de tierra extraída directamente del suelo.
Estas estructuras se ubican a orillas del lago Arapa y el río Ramis, al norte del lago Titicaca, en los distritos de Samán, Taraco y Huancané, en el departamento de Puno, a 3800 m.s.n.m. Hoy, muchos putucos forman parte de las viviendas de los pobladores de la zona, quienes los utilizan para dormir, cocinar y almacenar.
Respecto a su estudio, ya contamos con algunas importantes referencias que brindan un primer acercamiento a las particularidades de estos edificios, como el reconocido libro “Arquitectura vernacular: Los putucos de Puno” de Ferruccio Marussi. Sin embargo, descubrimos que es indispensable madurar una comprensión más profunda sobre estas ancestrales construcciones, a través de una aproximación de mayor profundidad científica para una mejor comprensión.
Esa idea me ha llevado a estar actualmente inmersa en una investigación que busca desarrollar un registro del confort higrotérmico experimentado por los habitantes de los putucos. Con la categoría de confort higrotérmico, nos referimos a la sensación de bienestar térmico y humedad que una persona experimenta en un determinado ambiente.
Este enfoque no se limita a la recopilación de datos cuantificables de temperatura y humedad, sino que busca comprender, además, las medidas prácticas que adoptan los habitantes para lograr el confort en estos espacios, interpretando estas acciones dentro de un contexto cultural más amplio.
Evaluar el comportamiento térmico en la arquitectura vernácula, va más allá de una estrategia técnica; es una oportunidad para reconocer y valorar las bondades espaciales, funcionales y ambientales que esta arquitectura nos lega.
Es un ejercicio de respeto por la sabiduría ancestral y una mirada hacia el futuro, donde la integración entre tradición y tecnología puede abrir nuevas posibilidades para el diseño sostenible y la coexistencia del ser humano y su entorno.
En este sentido, el conocimiento científico se convierte en un aliado fundamental para la conservación del patrimonio material e inmaterial que representan los putucos.