Por: Miguel Gonzales Corrales – Escritor arequipeño
Cuando leí «Lima mala» (Alfaguara, 2010) del escritor limeño José Antonio Galloso fue un interesante recorrido, sobre todo, por la atracción en el lenguaje. Cada anécdota de los textos tiene un suspenso itinerante que lo lleva a desenlaces tan inusitados que nadie se lo imagina, aunque hay algunas pistas que van diseminándose y anticipan el final en cada uno de los relatos.
Son historias triviales que le puede acontecer a cualquier joven como la vecina chismosa y entrometida que no mira bien a nadie o acusa de cualquier incidente a las personas; el trabajo que consigues porque un adolescente es flojo y no le gusta trabajar, pero lo hace porque los padres lo miran mal y peor si siente vergüenza cuando la chica que le gusta lo mira y piensas que se decepcionará de él; también suele pasar cuando un amigo de confianza cuenta sus incursiones en el primer amor frustrado antes de tener relaciones sexuales y se le promete guardar el secreto; o las supersticiones que se siente cuando un familiar intimo fallece y su alma parece tocar la puerta de la casa que alguna vez habitó; pero también está el enamoradizo quien con su labia inmensa puede contar las anécdotas de las enamoradas que pudo tener; y porque no decir la nostalgia cuando alguien abandona su tierra natal y siente que la echará de menos e invaden los recuerdos de la niñez, los mejores momentos con los amigos, enamoradas, amigas y la familia.
La trama de cada cuento sobresale por el lenguaje directo y audaz del narrador omnisciente quien con soltura nos adentra en cada uno de los pensamientos disimiles del narrador y los personajes, cuyas intrigas, desazones muestran diferentes experiencias de humor, suspenso y acción. El tiempo puede ser cualquiera, pero la secuencia narrativa no se detiene porque en los detalles oracionales no hay expresiones redundantes que hagan lento el discurso literario que fluye espontáneamente con descripciones precisas complementados por los diálogos medianamente cortos, así el lector está atento y sea cómplice de cada historia que propone el autor. Las historias se dan en distintos barrios de Lima, cuentan experiencias de jóvenes quienes despiertan a las responsabilidades que les toca vivir y afrontar las consecuencias de sus actos, bien explicado con giros lingüísticos de la jerga juvenil. Galloso nos ofrece una versión coloquial, pero sagaz que tiene de cómplice a un lector que comparte los secretos que el narrador ofrece de sus variados personajes.
Finalmente, mi recomendación es que este libro sea un aporte como lectura para los jóvenes y comprendan la situación subjetiva que adolescentes, cuales quiera que sea su condición social, económica, cultural, racial familiar, piensen en lo que les ofrece Galloso con su libro porque supo encontrar los arquetipos precisos de muchachos como modelos de la juventud, al menos, peruana. Es una valoración de lo que nuestra literatura ofrece mostrando una realidad continua, por lo que no se detiene en ningún tipo de marasmo, a través de los escritores quienes continuarán arduamente retratando nuestra identidad social.