Por: Miguel Gonzales Corrales – Escritor arequipeño
El tema del amor se ha contado desde los primeros relatos orales. Es un argumento imperecedero que solo acabará cuando la humanidad se haya extinguido. Mientras tanto, habrá quienes continúen escribiendo historias en la literatura explorando las muchas posibilidades y perspectivas que tienen los conflictos entorno al amor.
Una de esas historias peculiares, sui generis, es la que aparece en la novela «El amor en los tiempos del cólera» (1985) de Gabriel García Márquez. ¿Cómo se explica el sentimiento del amor, aun cuando han pasado muchos años y no se lo haya olvidado? Entendemos que este sentimiento es difícil de descifrarlo por las pasiones que desata en todas sus características, es la unión que gobierna a los hombres y mujeres. En esta obra clásica nos remontamos a una época dieciochesca donde el conservadurismo y la fidelidad son las únicas fuentes de vida de sus personajes, Fermina Daza y Florentino Ariza. Solo la imagen del sentimiento a la otra persona es la única forma que guía la vida de ambos. Aun cuando Ariza mantiene relaciones sexuales con muchas mujeres y Fermina, casada con su médico de cabecera, pierde con él la virginidad.
El poder del sentimiento, la Psique e imagen del ser amado impide un mal pensamiento de la otra persona. Generalmente, las obras literarias desatan pasiones de todo tipo hasta la muerte. Pero aquí, aun sabiendo que cada uno mantiene su vida personal y sexual por su lado, la fidelidad del sentimiento genuino es la guía y trama de toda la historia. Entonces, comprendemos a los dos personajes, quienes no muestran malicia ni mucho menos celos; al contrario, la paciencia, esperanza, une su amor genuino que algún día los unirá, así sea en la vejez cuando se perdieron toda una vida para estar juntos porque sus circunstancias se los impidieron. Pero la fidelidad pudo romper las barreras del tiempo, pues en la vejez pudieron disfrutar del amor juvenil que no tuvieron, aunque no les quede mucho tiempo de vida.
García Márquez alguna vez indicó: «Se puede ser infiel, pero no desleal». Estas palabras son exactamente la trama de la novela porque busca identificar el amor verdadero a través de la paciencia y tolerancia, elementos básicos para vivir una vida amando a una sola persona. En consecuencia, nos trae un amor peregrino, conservado en la memoria, para, finalmente, cumplirse. Es un ejemplo de reciprocidad, idealismo para conservar a la otra persona, sin maldades ni seducciones de otras índoles que mancillen la pureza del cariño. Por eso, cuando Fermina Daza enviuda, por el amor guardado a Florentino, accede a vivir con él al final, pese al recuerdo de sus conflictos pasados cuando fueron jóvenes. Ahora solo se solazan en la paz y el amor genuino gobiernan sus vidas. Aunque la historia es ficción, dentro de la novela, entreteje una enseñanza de fidelidad a pesar de los 51 años, 9 meses y 4 días que ambos enamorados esperaron para vivir juntos su sincero amor.