Paul Sperry falleció este 13 de junio en Manhattan a los 90 años, debido a una insuficiencia cardíaca. Se graduó de la Escuela de Negocios de Harvard, sin embargo, dejó la carrera en el sector inmobiliario para seguir su verdadera pasión, el canto. Desde sus primeros años, se destacó por su enfoque innovador al interpretar canciones de compositores vivos de su propio país, a menudo explorando obras que desafiaban los estándares convencionales.
A lo largo de más de tres décadas, Sperry recibió elogios constantes de críticos musicales por su profunda comprensión de los textos y su capacidad para crear programas de recitales imaginativos. Aunque su voz no siempre era considerada la más glamorosa, su inteligencia interpretativa y su meticuloso enfoque en las palabras lo distinguieron como un verdadero artista.
Una carrera musical multifacética
Desde sus inicios, la vida de Sperry estuvo marcada por la música. Comenzó a tomar lecciones de piano a los cinco años y más tarde se graduó en la Universidad de Harvard. Su formación continuó en la Sorbona de París, y luego estudió con destacados intérpretes de canciones de arte como Pierre Bernac y Jennie Tourel. Este bagaje lo convirtió en un intérprete excepcional, capaz de navegar sin esfuerzo entre estilos y épocas musicales.
Paul Sperry se distinguió especialmente en el mundo de la canción de arte. Su dedicación a este género lo llevó a colaborar con compositores de renombre, quienes compusieron más de cincuenta obras específicamente para él. Entre estos compositores se encuentran figuras tan diversas como Leonard Bernstein, William Bolcom y Judith Lang Zaimont. Sperry estrenó mundialmente obras como “Suite Dybbuk” de Bernstein y “Animus IV” de Jacob Druckman, expandiendo continuamente los límites del repertorio de la canción de arte.
Promotor de la música americana
Además de su carrera como intérprete, Sperry también fue un educador apasionado. Enseñó en instituciones de prestigio como la Escuela de Música de Manhattan, el Brooklyn College y la Escuela de Música Eastman. Su influencia se extendió a través de clases magistrales y cursos en universidades de todo Estados Unidos, desde Harvard hasta el Instituto de Música de Cleveland. Sperry también fue una figura clave en la promoción de la música estadounidense. Sirvió como presidente del American Music Center y de la American Composers Orchestra, apoyando activamente a compositores y cantantes emergentes.
Herencia musical
Sperry dejó un legado discográfico considerable. Sus grabaciones incluyen cinco CD de canciones estadounidenses, así como interpretaciones de obras de Poulenc y el “Winterreise” de Schubert. Sus contribuciones al mundo editorial fueron igualmente significativas. Editó y recopiló numerosos volúmenes de canciones estadounidenses para editoriales como G. Schirmer y Dover Publications. Su colección “American Encores” es una referencia esencial para la música vocal americana.
A lo largo de su carrera, Sperry actuó en algunos de los teatros más importantes del mundo, incluyendo el Teatro alla Scala en Milán y la Ópera de Washington. Su enfoque innovador y su amor por la música lo convirtieron en un intérprete único, capaz de conectar con audiencias de todas partes. Su voz, versátil y apasionada, seguirá resonando a través de sus grabaciones y las obras que inspiró.
Paul Sperry deja tras de sí una familia devota: tres hijos, Ethan, Raphael y Joshua; un hermano, Leonard; una hermana, Deborah Goldyne; y siete nietos. Su esposa, la escultora Anne Sperry, falleció en 2008. El legado de Sperry como intérprete, educador y promotor de la música continúa inspirando a nuevas generaciones de músicos y amantes de esta.