Sábado, Diciembre 7, 2024
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Crisálidas: un vuelo necesario en el arte y la igualdad

El festival Crisálidas no solo marcó un hito en la escena cultural arequipeña, sino que también se erigió como un poderoso manifiesto artístico y feminista. Realizado los pasados 16 y 17 de noviembre en El Wecco, este espacio se llenó de música, teatro, cine y una feria que celebró el talento de las mujeres en todas sus expresiones. Sin embargo, su relevancia trasciende el evento en sí, situándose como un faro para la transformación social y cultural.

El contexto en el que surge Crisálidas es clave. Este festival no nació de la nada; es el fruto de tres fases de mentorías en artes musicales, escénicas y audiovisuales, que brindaron a decenas de mujeres las herramientas para convertirse en líderes creativas y gestoras de sus propios proyectos. En un país donde los espacios artísticos suelen estar copados por hombres, la iniciativa resulta tan radical como urgente. Crisálidas no solo impulsa a las mujeres a tomar la dirección, sino que lo hace en un contexto que sigue siendo conservador y resistiéndose al cambio.

Los resultados hablan por sí solos. Entre los logros del festival destaca el ascenso de Lázaro Suplika Dopamina, un proyecto musical encabezado por Rafaela que ya comienza a dar de qué hablar en la escena independiente. Pero más allá de los nombres individuales, Crisálidas demostró que el trabajo colectivo puede gestar fenómenos culturales que cuestionen el statu quo. Artistas como Conny Lazarte, Male Márquez y Majo Villegas fueron parte de esta celebración de la sororidad artística, aportando a un evento que no solo brilló en lo estético, sino también en su mensaje político.

La feria artística, que reunió desde artesanías hasta repostería, fue una muestra palpable de la diversidad creativa femenina. El ambiente fue inclusivo y familiar, un recordatorio de que el arte puede y debe ser accesible para todos los públicos, pero también una declaración de que las mujeres son más que “musas” o “apoyos” en el arte: son creadoras y líderes.

En un entorno como Arequipa, donde las estructuras patriarcales se sienten con fuerza, Crisálidas emerge como una plataforma que no solo reivindica el papel de las mujeres en las artes, sino que plantea un modelo alternativo de producción cultural. Es una afirmación de que los espacios artísticos liderados por mujeres son posibles, necesarios y transformadores.

El vuelo de Crisálidas apenas comienza. Su existencia es un recordatorio de que el arte no es solo un medio de expresión, sino una herramienta de cambio social. Que esta iniciativa continúe y se replique no es solo deseable; es imperativo en un mundo que necesita, ahora más que nunca, escuchar y valorar las voces de las mujeres.

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