El sol de Arequipa iluminaba las imponentes montañas mientras, en el corazón de la ciudad, un grupo heterogéneo de artistas, cineastas y soñadores se reunía para lo que no era simplemente un evento más en la agenda cultural de la región. La Estancia 07 del Encuentro Latinoamericano de Cine de No Ficción Corriente prometía no solo explorar los límites del cine, sino también reconfigurar las formas en que este se produce, se experimenta y se siente.
Desde las primeras horas del martes, cuando las puertas del Centro Cultural Peruano Norteamericano se abrieron, quedó claro que este no sería un encuentro común. La promesa de un cine descentralizado, experimental y profundamente humano se materializó en cada rincón, gracias a talleres, clases maestras y, sobre todo, la interacción entre quienes llegaban desde diversas partes del Perú y Bolivia, trayendo consigo historias, técnicas y perspectivas únicas.
Tejer producciones desde la resistencia
Isabel Madueño Medina, con 15 años de experiencia como productora audiovisual independiente, ofreció un taller que transformó la concepción tradicional del rol del productor. En “Contra el tiempo y la forma: tejiendo producción creativa desde Latinoamérica”, Isabel relató cómo el productor puede ser mucho más que un organizador logístico. Puede ser un eje creativo, el pulso que da vida a la intensidad de una película.
Durante tres días, los asistentes exploraron cómo la producción puede ser un acto de resistencia íntima. Isabel compartió experiencias de proyectos como El Archivo Bastardo y La Memoria de las Mariposas, donde su sensibilidad para entender a los directores permitió que las películas se transformaran en obras profundamente poéticas y experimentales. En un panorama cinematográfico dominado por reglas preestablecidas, Isabel demostró que es posible tejer narrativas complejas y humanas desde la periferia.
Archivo: tiempo desmembrado y reconfigurado
La clase maestra “Una Arqueología Especulativa”, impartida por Jerónimo Atehortúa, se adentró en las entrañas del cine de archivo. Con una frase que dejó marcados a muchos: “¿Si no tengo nada que contar sobre mí, significa eso que no debería hacer películas?”, Jerónimo desnudó las inquietudes de todo creador.
El director colombiano compartió cómo transforma fragmentos del pasado en historias nuevas y vigentes. Mudos Testigos, su ópera prima, es una muestra de esta alquimia: una narrativa construida con retazos cinematográficos de principios del siglo XX que logra resignificar imágenes antiguas en un diálogo vibrante con el presente. Jerónimo también abordó las complejidades legales y éticas del archivo, demostrando que trabajar con el pasado no es solo un acto de rescate, sino también de resistencia frente al olvido.
El cine como juego experimental
Mientras tanto, en otro rincón del encuentro, Edward de Ybarra lideraba un taller de cine experimental que llevó a los participantes a explorar técnicas alternativas como la cianotipia y la rotoscopia. La primera sesión fue un juego de luz y química, donde los asistentes crearon fotogramas al exponer papel sensibilizado al sol, dejando que las sombras de objetos cotidianos dibujaran imágenes fantasmales.
En las siguientes sesiones, esos fotogramas fueron escaneados y transformados mediante rotoscopia en pequeños GIFs animados, una suerte de cine artesanal y digital que combinó lo táctil con lo tecnológico. Edward demostró que, lejos de las grandes producciones, el cine puede nacer de procesos íntimos y lúdicos, donde las manos del creador son tan importantes como su imaginación.
Tejer lazos, compartir miradas
Más allá de las actividades programadas, la esencia del Encuentro Corriente fue el intercambio humano. En los pasillos del centro cultural, durante las proyecciones nocturnas o en las largas sobremesas tras un día de aprendizaje, los participantes se conocieron, compartieron experiencias y crearon conexiones que trascienden el evento.
Arequipa, con su aire cargado de historia y su imponente paisaje, fue el escenario perfecto para un encuentro que desafió las estructuras tradicionales del cine. Aquí, el arte no se limitó a ser una experiencia individual, sino que se convirtió en un acto colectivo, un tejido donde cada asistente aportó su hilo único.
Un evento extraordinario
El Encuentro Corriente no fue corriente. Fue un espacio de resistencia, de experimentación y de conexión. En un mundo donde la cultura muchas veces se concentra en grandes capitales, este evento demostró que las periferias son, en realidad, el corazón palpitante de la creatividad.
Los talleres de Isabel Madueño, Jerónimo Atehortúa y Edward de Ybarra, junto con las voces de tantos otros participantes, confirmaron que el cine no es solo técnica o industria. Es un acto profundamente humano, una búsqueda constante de nuevas formas de contar, de ver y de sentir.
En Arequipa, por una semana, el cine dejó de ser un medio y se convirtió en un fin: el fin de construir comunidad, de resistir al olvido y de demostrar que lo extraordinario puede surgir de los márgenes.
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Redactado y locución por: Carlos Mauricio Alvarez @ambrossiox