Miércoles, Diciembre 4, 2024
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La chispa que enciende el cine del entusiasmo

Arequipa se convirtió, durante una semana, en el epicentro de una exploración cinematográfica que trasciende lo convencional. Tatiana Mazú, directora, docente y una de las voces más innovadoras del cine documental experimental en Latinoamérica, llegó a la ciudad con un objetivo claro: desentrañar el potencial político, sonoro y narrativo que yace en los archivos y en las calles. Su taller, titulado La chispa: archivo, política y derivas por un cine del entusiasmo, no solo fue un espacio de aprendizaje, sino una experiencia transformadora para quienes participaron.

Tatiana, conocida por obras como Río Turbio y El estado de las cosas, no ofrece respuestas fáciles ni guías lineales. En su lugar, invita a los asistentes a cuestionar, deconstruir y reimaginar. Su presencia en el marco del Encuentro Latinoamericano de Cine de No Ficción y como parte de la Estancia 07 fue, para Arequipa, un soplo de aire fresco en una ciudad que dialoga constantemente con su pasado y su sonido.

El taller inició el lunes 25 de noviembre con un ejercicio que encapsula su enfoque: trabajar con un archivo restaurado por la Asociación Cultural Bulla, un fragmento de cine silente doméstico arequipeño. Este material, que guarda la nostalgia de tiempos pasados, fue reinterpretado a través de nuevas propuestas sonoras. Los participantes, venidos de diversos rincones del Perú, se enfrentaron al desafío de encontrar una narrativa que resonara no solo con las imágenes, sino también con las capas de memoria y política que un archivo de este tipo implica.

La segunda sesión, llevada a cabo el miércoles 27, nos llevó a caminar por la ciudad. Este no fue un recorrido turístico, sino una expedición sonora. Lugares como el mercado San Camilo, el puente Bolognesi y el río Chili se convirtieron en laboratorios de escucha. Se trataba de afinar el oído, de dejarse interpelar por los sonidos cotidianos: el bullicio del mercado, el eco de las máquinas, los murmullos de los trabajadores, y también por aquello que, en apariencia, es silencio. ¿Qué diferencia hay entre calma y silencio? ¿Qué dice una ciudad cuando dejamos de verla y empezamos a escucharla? Estas preguntas guiaron una jornada que, más que un ejercicio técnico, fue una invitación a cuestionar nuestra relación con el espacio urbano y sus sonoridades.

Finalmente, el viernes 29, las experiencias y registros acumulados se convirtieron en materia prima para la creación. Cada grupo, armado con sus grabaciones, voces y el archivo restaurado, dio forma a nuevas narrativas. Lo que surgió no fue solo un ejercicio artístico, sino una reafirmación de que el cine puede ser un acto de resistencia y entusiasmo.

El taller no se trató únicamente de técnica; su núcleo fue la política de los gestos pequeños: escuchar, rescatar, resignificar. Tatiana Mazú nos recordó que el archivo no es solo un depósito de memorias inertes, sino un campo de batalla, un espacio de posibilidad. En manos de los participantes, las imágenes del archivo restaurado no permanecieron congeladas en el tiempo, sino que encontraron nuevas vidas, nuevos contextos.

Este taller fue más que un aprendizaje cinematográfico; fue una experiencia de comunidad. Los asistentes no solo se encontraron con una metodología de trabajo distinta, sino que se reconocieron en las historias y los sonidos de los otros. Al final, La chispa no es solo un título, sino una metáfora perfecta: el cine, cuando es trabajado con esta pasión y rigor, puede encender fuegos donde antes había cenizas.

Que Arequipa haya sido testigo y parte de este proceso no es un hecho menor. En una ciudad cargada de historia y sonidos únicos, el taller de Tatiana Mazú dejó una huella que difícilmente se borrará. Si el cine del entusiasmo se trata de rescatar lo humano, lo político y lo poético en los márgenes, entonces esta semana de noviembre quedará como un testimonio de que esa chispa sigue encendida.

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Redactado y locución por: Carlos Mauricio Alvarez @ambrossiox

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