El arte arequipeño está en crisis porque ha elegido ser agradable antes que ser incómodo. Esa fue la advertencia central del debate «El arte en Arequipa, desafíos y propuestas” donde los artistas Milko Torres y Ricardo Córdova cuestionaron los límites simbólicos, sociales y formativos del arte en la ciudad. Ambos coincidieron en que la escena actual privilegia la técnica y el costumbrismo, sin abrir espacio a discursos que interpelan a la sociedad. El evento fue organizado por “Arte en sí”, patrocinado por el Centro cultural Peruano Norteamericano y Fundación Guíame Sur.
Más allá de la técnica: Desafío del arte en Arequipa
Para los ponentes la hegemonía de la acuarela como una forma que limita la expresión artística a temas paisajistas y tradicionales, es una práctica que ha ganado visibilidad pública en detrimento de otras formas contemporáneas, conceptualizadas o críticas. Una “denuncia” común sobre el estado de la producción artística en Arequipa.
Según Ricardo Córdova, los vacíos del sistema educativo en la etapa escolar y universitaria no enseñan a mirar, sino a imitar. Se forma en técnica, pero no en sensibilidad. Milko Torres agregó que la formación académica muchas veces otorga un título, pero no necesariamente forja un artista. Ambos rechazaron la idea de que un diploma defina la autenticidad de una propuesta artística. En ese sentido, cuestionaron el intento de transformar las escuelas de arte en universidades, cuando su rol debería estar enfocado en el oficio, sin perder profundidad teórica.
Ante ello, los ponentes coincidieron en la urgencia de descentralizar los espacios de exhibición. El arte en Arequipa parece más preocupado por complacer que por pensar. Fortalecer las conexiones dentro de las comunidades locales y generar políticas culturales que promuevan una educación más sensible, crítica y con poder simbólico. Actualmente, la escena artística se encuentra en un marco conservador que limita las propuestas innovadoras y transformadoras.
Entre los asistentes al evento, José Félix Condori, estudiante universitario de artes plásticas y pintor muralista, intervino señalando: “Arequipa necesita una escena artística menos cómoda. Que se descentralice, que escuche a los jóvenes y que se atreva a incomodar. No solo pintar bien, sino decir algo.” Su intervención reflejó el sentir de una generación que busca más que la técnica, una producción artística que esté dispuesta a desafiar y proponer de manera simbólica y crítica.
Artículo de Jessimiel Rosas Callata