Desde las novelas de inicios del siglo XX marcadas por el ocultamiento, hasta las voces contemporáneas que escriben con libertad sobre el deseo, la narrativa nacional ha sido testigo —y motor— de los cambios sociales. Figuras como José Diez-Canseco, Oswaldo Reynoso, Mario Vargas Llosa y Mario Bellatín, entre otros, han creado personajes complejos, homoeróticos o disidentes, que confrontan los prejuicios de sus épocas. Hoy, la literatura peruana LGBTI ya no se esconde: habita con fuerza en páginas donde la culpa da paso al deseo, la resistencia y la afirmación de identidades diversas.
Teddy Crownchield -Duque (1934), de José Diez-Canseco
Teddy, joven de 25 años, pertenece a la élite limeña de los años 20. Tras regresar de Europa, frecuenta espacios exclusivos como el Country Club. Su historia da un giro al enamorarse de Carlos Astorga. Cuando su relación homosexual es descubierta, Teddy se ve obligado a abandonar Lima y volver al extranjero.

Cara de Ángel – Los Inocentes (1961), de Oswaldo Reynoso
“Metió la mano en los bolsillos y se sintió más hombre que nunca”. Esta frase retrata al personaje, según Juan Carlos Cortázar. Esta obra aborda la masculinidad desde la lógica urbana y criolla de la Lima de los 60.

El Rosita – El Sexto (1961), de José María Arguedas
Negro corpulento y con una voz celestial, Rosita habita el mundo carcelario de Arguedas. Aunque aparece brevemente, su ambigüedad queda marcada por el uso de pronombres que revelan la tensión entre identidad, deseo y violencia.

Eduardo- El cuerpo de Giulia-no (1971), de Jorge Eduardo Eielson
Narrador de una historia fragmentada, Eduardo revive su relación con Giuliano, quien lo inicia sexualmente y luego se transforma en un personaje grotesco. En paralelo, recuerda a Giulia, joven enigmática hallada muerta en Venecia.

Mayta- Historia de Mayta (1984), de Mario Vargas Llosa
Inspirado en el trotskista Alejandro Mayta, esta novela reconstruye su vida marcada por la militancia y una homosexualidad culposa. Vargas Llosa entrelaza la historia personal con el trasfondo político del Perú de los años 50.
La Chunga – La Chunga (1986), de Mario Vargas Llosa
Ambientada en Piura, esta obra teatral refleja los prejuicios sobre el sexo, el machismo y la disidencia. Aunque MVLL no se asocia con una narrativa LGBTI, la figura de La Chunga ha sido considerada clave en esa tradición.
La peluquera travesti – Salón de Belleza (1994), de Mario Bellatín
Dueño de un salón que se convierte en refugio para moribundos, el protagonista rompe con el estereotipo de la travesti para convertirse en un ser profundamente humano y compasivo. Bellatín muestra, con sensibilidad, la tragedia del VIH.

Gabriel Barrios – La noche es virgen (1997), de Jaime Bayly
Gabriel es un joven de clase alta limeña que se mueve entre Lima y Miami. Aunque abiertamente gay, también se siente atraído por mujeres. La novela destaca por su lenguaje ácido, su crítica social y su representación de un hedonismo sin culpa.

Berlín Newman – El síndrome de Berlín (2012), de Dany Salvatierra
Figura desbordante y fatal, Berlín es una superestrella andrógina que recorre Lima llevando consigo una enfermedad venérea que amenaza a la humanidad. El personaje rompe con cualquier convencionalismo.

Silvia Li – La flor artificial (2016), de Sophie Canal y Christiane Félip Vidal
Poeta arequipeña, amiga de los surrealistas y amante de Man Ray, Silvia transita entre París y la Amazonía. Aunque el lesbianismo no es el tema explícito, se sugiere en cada página una vida guiada por la libertad y la rebeldía sexual.

Estos diez personajes no son solo representaciones de la comunidad LGBTI en la literatura peruana: son reflejos de épocas, rupturas, silencios y luchas. Leerlos es reconocer que el deseo también escribe historia, y que la ficción puede abrir caminos que la realidad aún se resiste a recorrer. En un país donde todavía persisten prejuicios, estas historias son gestos de resistencia, afirmación y orgullo.
Redacción por Germain Soto