En el marco del Hay Festival Arequipa 2023, tuvimos la oportunidad de entrevistar al escritor español Sergio del Molino. A propósito de su visita a la Ciudad Blanca, dialogamos sobre periodismo cultural y literatura. Del Molino, es un destacado autor español reconocido por sus novelas, ensayos y colaboraciones en prensa. Con varios premios en su haber —incluyendo el Premio Ojo Crítico de Narrativa y el Premio de los Libreros de Madrid— es conocido por libros como Contra la España vacía, La hora violeta, La piel y Un tal González, este último narra la historia del Ex Presidente de Gobierno de España, Felipe González.
La presente entrevista se grabó el pasado jueves 9 de noviembre en el marco del Hay Festival Arequipa 2023. Sus participación en los conversatorio permitió conocer más sobre su obra y reflexiones acerca de la realidad española y global en Arequipa. Asimismo, conocer su opinión sobre el periodismo cultural y el rol que este ha tomado en el siglo XXI.
¿Es la primera vez que visita Perú?
A Perú he venido unas cuantas veces y esta es la segunda o la tercera vez en Arequipa. Perú, es un país conocido, lo he visitado con amigos.
¿Tiene algún escritor peruano al que usted siga o que le guste?
Bueno, Vargas Llosa, por supuesto. También Renato Cisneros, con quien voy a conversar aquí en el festival, es un escritor que tiene mucho recorrido en España. Santiago Roncagliolo, también es amigo, lo conozco.
Conozco también del panorama cultural a Enrique Planas, que también es escritor y también escribe unos libros preciosos sobre paternidad… a Gabriela Wiener. Tengo mapeada la literatura peruana contemporánea y también la literatura en general.
¿Cuál es el libro que usted considere que es su favorito o el que más lo haya marcado?
¿En general? Bueno, no sería un libro, pero sí. Mi escritor de referencia es Joseph Roth, un escritor austríaco, muerto en el año 39. Es autor de El Santo Bebedor, La Marcha Radetzky y de tantas otras. Para mí es un escritor referencial porque mezcla muy bien la crónica, la autobiografía, el análisis político, la novela, el gran cuento y la gran tradición narrativa judía, que a mí me interesa muchísimo. No podría elegir un libro de él, pero si tuviera que quedarme sólo con un autor, me quedaría con su obra.
¿En su tiempo libre, qué es lo que más le gusta hacer? ¿Qué tipo de actividades?
No tengo tiempo libre. No existe el tiempo libre para mí. Yo escribo y hago muchísimas cosas, también como periodista, en la radio, en los medios de comunicación, en muchas cosas. Me dedico a leer y a escribir. Si no me dedicara a eso, también me dedicaría a leer y a escribir. En mi tiempo libre hago lo mismo que en mi tiempo no libre, porque mi vida consiste en leer y en escribir. Es lo que hago.
¿Qué es lo que le gustaría lograr en su carrera literaria a futuro?
Bueno, me gustaría seguir manteniendo la carrera literaria, que ya sería suficiente el mantenerla. Además, sería absurdo medirlo en retos: “voy a ver si consigo este premio”, etc. Las cosas van sucediendo de constancia. Mi aspiración es seguir manteniendo a los lectores, a seguir interesando, a seguir creciendo y que mis libros sigan incidiendo en el debate público como han incidido hasta ahora. Esa es mi aspiración. Que no es poco.
Hay muchas de estas cosas que no dependen de mí. Por muy bien que yo lo haga o con mucho esfuerzo.No siempre las cosas salen, no siempre las cosas funcionan.
¿Cómo elige usted el tema o el género literario? ¿Tiene algún enfoque en particular o en mente cuando usted decide escribir algo?
Bueno, depende. Los libros se van imponiendo muy poco a poco. Suelen venir de alguna obsesión, algo que te obsesiona, te preocupa. Y las obsesiones empiezan siendo pequeñitas y acaban colonizando todo el cuerpo.
Entonces, cuando te das cuenta de que has dedicado muchas energías, mucho tiempo a pensar sobre algo, a coleccionar libros sobre algo, a obsesionarte por un tema, eso es indicativo de que es lo suficientemente importante como para dedicarle un libro a ese tema.
Es estar atento a lo que a uno le preocupa y eso va cambiando con la vida y cada libro exige una estrategia distinta, un enfoque distinto y vienen de un momento distinto. Generalmente, casi siempre vienen de un libro anterior. Hay un tema, un asunto, un personaje de un libro anterior que requiere un libro posterior. De ahí nacen las muñecas rusas que van saliendo. Pero no tengo una forma sistemática de trabajarlo. Yo voy reaccionando a lo que me va preocupando y a lo que me va obsesionando a cada momento.
Respecto al libro que escribió usted, titulado La España Vacía. ¿Qué lo inspiró a escribir sobre las regiones de España que están menos pobladas y envejecidas?
En primer lugar, porque yo veo como muchos otros, como millones de españoles. Mi familia procede de ese vacío demográfico, procede de esos éxodos rurales, que además en Perú son bien conocidos también. Hubo mucho movimiento del campo a la ciudad. Creo, con convicción, de que es un fenómeno histórico fundamental que define el país, es un fenómeno histórico que lo despreciamos habitualmente. La cultura, la política, la universidad y los investigadores han lo han despreciado generalmente.
Parece que es un fenómeno de segundo rango al que no se prestaba mucha atención y que a mí me interpela de muchas razones. Yo tenía la intención de señalar que esos éxodos rurales son lo más importante que le han pasado a España en mucho tiempo. Lo que configuran, lo que explican muchos de los conflictos y muchas de las realidades del país hoy. Explican por qué la cultura española es como es y muchas otras cosas. Por lo que quería forzar un cambio de mirada sobre esos fenómenos y sobre la realidad del interior del país vacío, que es una rareza dentro de Europa.
Existieron éxodos rurales en todos los países capitalistas, en todos los países desarrollados, pero la naturaleza y la forma en la que se ha desarrollado en España es un poquito distinta a cómo ha sucedido en otros países europeos y ha desarrollado una serie de rarezas que a mí me parece que son importantes para poder entender, para quien quiera entender España. En resumen, no se puede entender España sin entender esto primero. Eso es lo que yo quería decir con el libro. Eso, que parece que es una obviedad, no era tan obvio, porque para explicar el país siempre nos hemos fijado en otras cosas antes que eso.
Sobre su novela Un tal González. ¿Qué lo llevó a escribirla?
Pues algo muy parecido a La España vacía. La convicción de que la figura de Felipe González —que es una figura histórica enorme y, para mí, la figura que ha transformado o ha contribuido a transformar más la España contemporánea— estaba siendo despreciada, estaba siendo malograda y malinterpretada en muchos sentidos.
A mí me apetecía —desde mi punto de vista generacional, desde alguien que no vivió los gobiernos de Felipe González, con lo cual no participó en las polémicas de su tiempo, ni tuvo una opinión en ese momento— interpretar el legado de ese presidente de una forma que no se suele interpretar en España. Felipe González es una persona que todavía está viva en España y que sigue provocando muchas divisiones.
Ahora, mientras hablamos, es noticia. Porque ha hecho unas declaraciones acerca del proceso político actual y cada vez que Felipe González habla en público, el país se divide y entra en ebullición.
Sigue siendo una figura relevante, muy importante, que divide mucho a los españoles. A mí me parece que era el momento, desde la literatura, de empezar a dibujar o empezar a armar otro retrato de Felipe González. Un retrato que creo que será más parecido al que quedará en los libros de historia.
¿Cómo ha influido su experiencia personal en sus obras?
Todo. Ha influido en todo. Las obras parten casi todas de mi experiencia personal, parten de mis obsesiones, de mis preocupaciones, de cosas que me han ocurrido y que me han marcado profundamente y a partir de ahí se proyectan. Son indisolubles.
Me cuesta mucho distinguir mi propia vida de las obras. Me cuesta muchísimo. Influye rotundamente en todo.
¿Qué aspectos de la personalidad del señor Felipe González le resultaron más interesantes a la hora de escribir el libro?
Todos. Felipe González es un personaje muy complejo, que podría protagonizar una tragedia de Shakespeare sin ningún problema. A mí me atrae lo cerrado que es el hecho de que sea un personaje, una figura muy expuesta, una figura muy familiar para varias generaciones de españoles. Ha estado muy presente en la vida de la mayoría de los españoles y, sin embargo, apenas sabemos nada de su vida.
Realmente todo el mundo quiere conocerlo mucho, pero en buena medida hay aspectos enormes de su biografía, de su vida e intimidad, que permanecen completamente oscuros. A mí esa capacidad de exponerse y, a la vez, ocultarse me parece fascinante.
Me parece que es tremendo y es lo primero que me llamó la atención para poder escribir el libro. Luego ya descubrí su timidez, descubrí su desconfianza, su soberbia. Descubrí muchas cosas que lo hacen un personaje siempre ambiguo, siempre que puede mostrar la mejor de sus caras y la peor de sus caras. Eso, en fin, es una fuente de riqueza literaria inagotable.
¿Cuáles son los desafíos más importantes que usted enfrentó para escribir este libro?
Básicamente centrarlo y mantenerlo en el ámbito de la literatura. Dejar claro, que no es un libro que intenta sentar una verdad sobre Felipe González, sino que arroja una mirada de alguien nacido en un determinado momento y que ha vivido una España desde unas circunstancias históricas muy particulares, que tienen que ver con el hecho de que yo pertenezco a la primera generación de españoles que ha vivido en democracia. Que ha vivido toda su vida en democracia, eso es una rareza histórica.
Esa generación que ha podido llegar a la madurez y no ha conocido dictaduras, ni la violencia política que han conocido nuestros padres y nuestros abuelos. Ese punto de vista es lo que valida el libro. Cómo podemos mirar la historia desde la historia de la que somos parte. Ese es el reto principal, mantener el libro en esas coordenadas y que se entienda que no es un intento de arrojar la verdad sobre Felipe González, sino una mirada personal de un español que ha vivido toda su vida en democracia sobre la figura más importante de esa democracia.
¿Qué espera que los lectores obtengan de leer Un Tal González?
Confío en que les ayude a la inmensa mayoría, y creo que eso es un objetivo que se ha cumplido con los debates que ha generado. Confío en que ayude a romper un poco las inercias y los prejuicios que se suele tener sobre la figura. No aspiro a que me den la razón, no aspiro a que compartan la visión que yo tengo de Felipe González, pero sí que me gustaría que se cuestionasen algo la suya.
Que les ayudase a pensar y a iniciar un proceso de pensamiento parecido al que yo he hecho sobre la figura de Felipe González, porque es una figura muy influyente. Tener una perspectiva suya es tener una perspectiva sobre el país en el que vives. Es importante por ello.
Para entender España, con cuatro lugares comunes, tenemos que tener una visión de esa figura, porque si no la tenemos, no sabemos en qué país vivimos. Entonces espero que contribuya, que cada quién piense, incluso aunque sea para quitarme la razón y para componer un Felipe González completamente opuesto al que yo he hecho, pero que ayude a reflexionar sobre esta figura histórica.
¿Cuáles son sus proyectos a futuro como escritor? ¿Hay algún género o tema en particular que ha pensado explorar para las próximas obras?
Estoy escribiendo una novela, una novela familiar, y cuando vaya surgiendo seguiré escribiendo ensayos y novelas.
No tengo un plan, ni una ambición en lo que vaya pidiendo las cosas. Yo intento amoldarme a lo que las circunstancias vayan pidiendo. Creo que vamos a vivir tiempos de incertidumbre y tiempos convulsos. Seguramente eso se reflejará en los libros que escribiré de alguna forma.
¿Y qué le diría usted a un joven escritor que quiera dedicarse hoy en el siglo XXI a la escribir?
Que lea mucho, que sobre todo sea lector al principio, que no descuide sus lecturas, porque no existe la escritura sin la lectura. Que no desespere, sobre todo, pero leer es fundamental.
Sobre su participación en el Hay Festival Arequipa 2023 ¿Qué temas va a abordar en los eventos de los que usted es partícipe?
Bueno, vamos a hablar de Un tal González con Renato Cisneros, y voy a hablar de periodismo cultural —si es que existe— con Enrique Planas y con algunos compañeros periodistas peruanos. Creo que van a ser unos debates muy interesantes, porque además si participo dentro del ecosistema del periodismo cultural creo que es importante tener debates acerca de su validez y del sentido que tiene en este instante.
¿Cuál es la importancia que usted le da al periodismo cultural en pleno siglo XXI?
Bueno, creo que el periodismo cultural ahora mismo está como tantas otras ramas del periodismo, está en un momento de redefinición y de crisis muy importante. Quizás siempre lo ha estado, pero ahora de una forma mucho más radical. Yo creo que el periodismo cultural, lo que llamamos periodismo cultural —que habrá que definirlo— tendrá sentido en la medida en la que ayude al público a entender los fenómenos culturales.
A través del periodismo cultural, podemos entender, acercarnos a los fenómenos culturales y ofrecer un mapa para situarse en cómo funciona la cultura. Si no cumple esos objetivos, el periodismo cultural se dedica a otras cosas, probablemente perderá sentido y perderá su propia existencia en algún momento. Tiene que enfrentarse a esos retos y es mucho más difícil de lo que parece. Mucho más difícil porque a veces no ha cumplido esa función y debería cumplirla.
¿Qué libros usted recomendaría para el público que nos sigue?
Bueno, pues como he dicho, La Marcha Radetzky de Joseph Roth. Es una de las novelas fundamentales del siglo XX. Una maravilla.
Muchas gracias por su tiempo, gracias por tomarse la molestia y responder mis preguntas.
Igualmente, gracias.