El Ministerio de Cultura del Perú, bajo la gestión del ministro Fabricio Valencia Gibaja, emitió la Resolución Viceministerial N.º 000128-2025-VMPCIC/MC, con la cual se redujo el área de la Reserva Arqueológica de las Líneas y Geoglifos de Nasca y Palpa de 5,600 km² a poco más de 3,200 km².
Según declaraciones del ministro, la actualización se basa en estudios técnicos y topográficos recientes que buscan reflejar con mayor precisión la distribución de los geoglifos en relación con el territorio.
Denuncias por falta de sustento técnico y posible presión política
A pesar de la versión oficial, diversos medios han reportado inconsistencias técnicas y presuntas presiones políticas en torno a la decisión. La revista Lima Gris señaló que la medida coincide con solicitudes de transferencia de terrenos en zonas cercanas a las líneas, presentadas por autoridades locales vinculadas al partido político Alianza para el Progreso (APP).
Uno de los casos señalados es el del alcalde de Nasca, Wilman Jorge Bravo Quispe, quien habría pedido un predio de 600,000 m² —ubicado dentro del área arqueológica— para instalar una planta de valorización de residuos sólidos. La solicitud fue rechazada inicialmente, pero la reducción posterior del perímetro dejaría dicho terreno fuera de protección.

Unesco no fue consultada
Expertos en patrimonio cultural han expresado su preocupación por el hecho de que la decisión no fue consultada con la Unesco, a pesar de que las Líneas de Nasca están inscritas como Patrimonio Mundial desde 1994.
Tampoco se ha presentado un informe técnico público que justifique el recorte, lo que ha generado suspicacias entre exfuncionarios del sector cultura y comunidades académicas. Hasta el momento, la viceministra Moira Novoa Silva, firmante de la resolución, no ha emitido comentarios al respecto.
¿Qué implica esta reducción?
La medida no afecta el núcleo de las figuras geoglíficas más conocidas, pero reduce significativamente la zona de amortiguamiento y áreas periféricas que sirven como protección frente a actividades humanas como minería, urbanización o infraestructura vial.
Especialistas advierten que esta delimitación más estrecha podría exponer áreas arqueológicas aún no investigadas y facilitar el ingreso de actores privados o municipales con intereses ajenos a la conservación.
Artículo de Camila Luciana Carpio Pacheco

