viernes, junio 20, 2025
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Del Tío Sam al temor: la Casa Blanca convierte la propaganda antimigrante en política oficial

El icónico símbolo patriótico es utilizado ahora para alentar el miedo y la vigilancia ciudadana, en una ofensiva comunicacional que refuerza la narrativa antimigrante del gobierno de Trump.

En uno de los episodios más críticos del segundo mandato de Donald Trump —marcado por intensas redadas, protestas sociales y una política migratoria severa—, la Casa Blanca difundió un cartel con un mensaje abiertamente hostil y antimigrante. La imagen muestra al tradicional Tío Sam, ícono del patriotismo estadounidense. Pero esta vez no invita a enlistarse en el ejército ni a votar. En su lugar, llama a “denunciar a todos los invasores extranjeros” mediante una línea directa del ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas).

Un usuario apodado “Mr. Robert”, quien se describe como creador de “propaganda de guerra” y supremacista blanco, diseñó el cartel. Se vende en tiendas virtuales por menos de 18 dólares. Circula ampliamente en redes sociales. Incluso ha sido compartido por cuentas oficiales del gobierno y del Departamento de Seguridad Nacional (DHS). Lo más alarmante es su procedencia. Este personaje ha exhortado públicamente a “despertar al hombre blanco” y califica a Trump como “la gran esperanza blanca”.

Lejos de rechazar este contenido o deslindarse de él, el gobierno ha hecho suyo el mensaje, reforzando así su agenda política antimigratoria. El gobierno impulsa una estrategia más amplia que no se limita a esta postura. Ha decretado restricciones al ingreso de personas procedentes de África, América Latina y Oriente Próximo. También ha eliminado políticas de diversidad, equidad e inclusión (DEI). Incluso ha indultado a miembros de grupos extremistas como los Proud Boys y los Oath Keepers, implicados en el asalto al Capitolio del 6 de enero de 2021.

Desde esta perspectiva, el cartel no puede verse como una simple provocación. Es una herramienta dentro de una campaña ideológica más compleja, basada en el uso del soft power. Es decir, el gobierno no se limita a imponer su política migratoria mediante leyes o redadas. También busca moldear la percepción social a través de símbolos, mensajes y propaganda que se infiltran en lo cotidiano. La persuasión reemplaza a la represión: se siembra el miedo para justificar el control.

El flujo inmigrante en sí no ha cambiado significativamente ya que se ha mantenido durante el tiempo en porcentajes estables –– según los informes de la ONU, oscilan entre el 2,3 a 3,6% a nivel mundial.

Este tipo de estrategias no es nuevo. Desde los estudios migratorios se ha evidenciado que el discurso oficial sobre la migración siempre ha fluctuado según las necesidades del poder. Cuando Estados Unidos ha requerido mano de obra extranjera, los migrantes eran bienvenidos. Hoy, en cambio, la ultraderecha en ascenso presenta a los migrantes como una “amenaza”. Aunque el flujo migratorio global se ha mantenido relativamente estable —entre el 2,3 % y el 3,6 % de la población mundial, según informes de la ONU—, algunos actores políticos han cambiado su forma de representarlo. Lo han hecho con fines estratégicos, aprovechando el tema para influir en la opinión pública.

Peruanos en Estados Unidos

Las cifras revelan que la comunidad peruana en Estados Unidos alcanza aproximadamente 1.060.000 personas, de las cuales cerca de 300 mil estarían en situación irregular. Las políticas de control migratorio más estrictas aplicadas en los últimos años afectan especialmente a esta población vulnerable. Según cifras del Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI), Estados Unidos ha deportado a aproximadamente 12 mil peruanos desde agosto de 2022 hasta la fecha.

En este contexto, el migrante se transforma en un chivo expiatorio útil para desviar la atención de problemas estructurales más profundos que afectan a la sociedad estadounidense: el crecimiento de la desigualdad, el deterioro del sistema de salud pública, la precarización del empleo y la crisis de los servicios sociales. En lugar de abordar estas problemáticas, se canaliza la frustración popular hacia un “enemigo” creado y vulnerable.

Por todo lo anterior, la difusión de este cartel desde la Casa Blanca no puede considerarse una simple “trumpada”. Es una acción perfectamente alineada con un proyecto político que se afianza mediante el miedo y la desinformación.

Redacción por Germain Soto

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