El Encuentro Latinoamericano de Cine No Ficción Corriente, realizado en Arequipa, nos brindó una invaluable oportunidad de explorar nuevas dimensiones del cine experimental y no ficción. Entre los diversos talleristas y proyecciones que integraron la programación, destaca la presencia de la cineasta mexicana Annalisa D. Quagliata. Con su obra vibrante y técnica innovadora, Annalisa dejó una huella imborrable tanto en los espectadores como en los becarios de la Escuela Experimental de Cine, quienes participaron en talleres de collage en película impartidos por la directora.
El miércoles 4 de diciembre, en el auditorio de la Alianza Francesa de Arequipa, se proyectaron algunos de sus cortometrajes más representativos, como My Cell Phone, A Nuestro Tiempo, Fin es una película mexicana y Crisálida. Estas piezas, que no sobrepasan los seis minutos de duración, logran transmitir una intensidad arrolladora que desborda en cada cuadro. Su propuesta culminó al día siguiente, con la proyección de su largometraje ¡Aoquic Iez in Mexico! ¡Ya México no existirá más! en el Centro Cultural Peruano Norteamericano. Este filme de 80 minutos, seguido de un diálogo con la directora, reafirmó la profundidad de su cine y su capacidad para conectar con la audiencia desde lo sensorial y lo emocional.
El cine de Annalisa puede describirse como un tren en constante movimiento. Sus películas generan un ruido visual y sonoro que parece temer al vacío, cargadas de imágenes superpuestas y sonidos intermitentes que no dan tregua al espectador. Este frenesí no es gratuito: responde a una necesidad artística de expresar lo inefable, de mostrar lo que muchas veces se silencia, pero que termina por manifestarse a través de sus texturas visuales. En este sentido, su decisión de trabajar con película intervenida es clave. Annalisa transforma el soporte analógico en un lienzo vivo, donde cada fotograma es una pieza única que cobra vida al proyectarse.
Una de las experiencias más memorables de estas proyecciones fue la utilización de un proyector de 16 mm, gestionado en colaboración con la Asociación Cultural Bulla. A diferencia de las salas convencionales, donde el sonido de los motores queda oculto tras paredes insonorizadas, en esta ocasión el proyector se convirtió en un elemento más de la experiencia. El constante zumbido de la máquina, que recordaba al traqueteo de un tren en marcha, complementaba la sucesión de imágenes, generando un ambiente inmersivo único.
Un comentario de un espectador sintetizó perfectamente esta experiencia: “El cine de Annalisa es como un tren, no solo por el incesante ruido de las imágenes y sonidos, sino por la presencia misma del proyector en la sala”. Este enfoque analógico, en un mundo cada vez más digitalizado como Arequipa, resalta la magia inherente al cine en película. La proyección se convierte en un acto casi ritual, donde la interacción entre lo visual, lo sonoro y lo físico redefine la relación entre el público y la obra.
En lo personal, revivir esta forma de apreciar el cine me hizo sentir como Toto en Cinema Paradiso, aquella joya cinematográfica que rinde homenaje al séptimo arte. Ver el trabajo de Annalisa en película, con su insistencia en el detalle artesanal y la introspección emocional, es recordar que el cine es magia en su estado más puro. Es una invitación a reconectar con la experiencia sensorial del cine, a sumergirnos en historias que trascienden lo narrativo para impactar directamente en nuestra percepción y emociones.
Annalisa D. Quagliata ha logrado, en medio de una ciudad donde lo digital prima, regalarnos una experiencia analógica inolvidable. Su cine no es solo un tren cargado de imágenes y sonidos; es un viaje emocional que nos recuerda la esencia del cine: la capacidad de transformar lo cotidiano en algo extraordinario, mágico e irrepetible.
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Redactado y locución por: Carlos Mauricio Alvarez @ambrossiox