La reciente campaña de donación de libros lanzada por la Biblioteca Nacional del Perú (BNP), en lugar de representar un avance en el acceso a la lectura, ha encendido las alarmas en el sector editorial y cultural. Diversas voces, como la de Pedro Villa, vocero de la Asociación de Editoriales Independientes del Perú, advierten que la medida es “una vergüenza” y refleja una falta de visión técnica y profesional del ente rector del Sistema Nacional de Bibliotecas.
La iniciativa —impulsada bajo el respaldo del Ministerio de Cultura y acompañada por la Cámara Peruana del Libro— ha sido duramente cuestionada por trasladar al ciudadano una responsabilidad que corresponde al Estado: dotar a las bibliotecas públicas de libros de forma planificada, sostenible y con criterios técnicos.
“La implementación y el abastecimiento de bibliotecas no pueden basarse en campañas de donación. Incluso la UNESCO plantea que estas deben ser un último recurso para espacios con pocos recursos, y siempre dirigidas a títulos específicos, no una campaña abierta”, sostuvo Pedro Villa en entrevista para este medio.
Según la Asociación de Editoriales Independientes, esta campaña ignora los principios fundamentales de la Política Nacional del Libro, la Lectura y las Bibliotecas, que exige al Estado garantizar los derechos culturales mediante políticas públicas financiadas y articuladas con el ecosistema del libro.
Sin planificación ni diagnóstico
El problema de fondo no es solo la precariedad de la medida, sino lo que representa: la desvalorización del conocimiento bibliotecológico y el debilitamiento del ecosistema editorial. “Una campaña de donación no termina en colecciones planificadas ni técnicas. No responde a las necesidades reales de la ciudadanía”, señala Villa, quien recalca que una colección bibliográfica debe construirse con participación comunitaria, diagnóstico territorial y criterios de pertinencia.
Además, la falta de personal especializado al frente de la BNP agudiza el problema:
“Lo que no hay en la Biblioteca Nacional es un especialista en bibliotecología como director o directora. Llegan personas sin ideas claras que promueven medidas contrarias a su papel como institución del Estado”, añadió.
Lo que está en juego no es solo el abastecimiento de libros, sino la legitimidad de las políticas culturales del Estado. La Biblioteca Nacional del Perú y el Ministerio de Cultura no pueden seguir actuando como si el derecho a la lectura fuera un favor o una colecta ciudadana. Convertir la precariedad en política pública es una renuncia al deber del Estado y una traición a los lectores, a los creadores y al país que merecemos ser.
Redacción por Germain Soto