Escrito el 30 de abril, día del psicólogo peruano
Por: Emilia Justiniani
A raíz de que ya fueron pasando los años se me hizo más sencillo hablar respecto a mi diagnóstico. Aunque no lo crean ya han pasado 7 años y por más que parezca que ya sea bastante, siento que aún me causa un poco de nerviosismo. Es como subirse a un escenario y realizar la mejor performance de toda mi vida o al menos, de lo que va…
Supongo que a todos nos gusta tener el control de todo o la mayoría de los factores dentro de las circunstancias habitualmente.
Yo como paciente TLP o DRE no lo tengo y tal vez sea porque no he desarrollado las facultades o capacidades que muchas otras personas como tú (estimado lector/a) posiblemente poseas. Sin embargo, la experiencia de ser diferente no tiene pierde.
A lo que quiero llegar, es que todos hemos pasado por ese túnel oscuro que es la vulnerabilidad, pero que muchas veces consideramos qué no existe una luz al final de este mismo. Hoy (y siempre que se pueda) solo quiero decirte que es todo lo contrario…
A lo largo del camino incendiario, hemos dejado pasar un concepto que tal vez había pasado desapercibido durante todo este tiempo y que les puede suceder de igual modo a muchos pacientes, que es justamente el validar.
Pero, ¿qué es validar?
Validar desde el aspecto coloquial es el aceptar/permitir. Sin embargo, en la práctica que realizó en DBT (Dialectic Behavior Therapy/ Terapia Dialéctica Conductual) Podemos abordarlo como validar de la siguiente manera:
” tener presente el conocimiento de ciertas conductas o comportamientos que están ahí presentes, que tienen una causa y que se busca entender dicho origen…”
Y es justamente, el no validar lo que nos hace vulnerables, por nosotros mismos.
El dolor que sentimos, al no tener quizás las capacidades como para poder afrontar dicha situación adversa o eventos que se puedan considerar desafortunados a lo largo de nuestra vida, somos los primeros tal vez el no saber como definir ciertas situaciones (etiquetar) conductas y que a su vez el momento de pedirle al contexto desde un inicio (en nuestros años tiernos de vida) que nos puede enseñar ¿qué es esto? y el temor aparece en el ambiente, ocasiona la invalidación, más frustración; por ende sufrimiento, la vulnerabilidad misma.
Porque nadie va por la vida diciendo: “yo pienso mal”, “yo siento mal” pues incluso en ciertas conductas (que suelen ser disfuncionales) para algunos otros o no aceptadas, existe verdad, que no puede ser negada, ni mucho menos invalidada.
El problema radica en no entender la experiencia privada del otro y esto se da en lo más íntimo del círculo (sociedad): en la familia.
Ocurre que en el modelado de la búsqueda de una crianza adecuada se puede caer en ciertos errores de estrategias, cuidados.
Al no conseguir los resultados que se esperan y que normalmente se ha visto en nuestra cultura, sigue un castigo, que resulta justamente insuficiente frente al modelado inicial ante las instrucciones dadas.
- Esto no solamente explicaría la cacería de brujas que se puede ocasionar en la busqueda del cambio, sino en las habilidades de nuestros pacientes para lograr el éxito.
Pero resulta en ocasiones (la mayoría de veces) tedioso, tendríamos que evaluar la mismidad y además la individualidad de la persona. Comprender que no todas las estrategias son buenas para todos y no todas las habilidades son las mismas en todos los pacientes.
Recuerdo muchísimo la imagen de un pez que está plácidamente en su pecera pero que si le preguntas si puede volar te dirá que es incapaz; incluso se podría presentar otros cuestionamientos. El no ser lo suficiente para hacerlo, por consiguiente la sombra de la desconfianza acecha.
En ocasiones me sentía ese pez, nadando a contracorriente frente a mi falta de destreza y armonía con las matemáticas y la física, llegaba el castigo y sufría. Solo cuestionenlo… ¿alguna vez les ha pasado?
A veces, pedimos más de lo que nos pueden dar los demás, cuando lo que ya nos proporcionan y poseen es sumamente valioso y no sabemos reconocerlo.
Y al fallar, ocurre el antes mencionado castigo sistemático. Los intentos de pedir ayuda se vuelven nulos y aparece lo que es la desesperanza.
Esto solamente sería el preludio para una muerte anunciada o más bien de un manejo de contingencias anunciado:
- Que serían las expresiones llamativas, lo que ocasiona un cambio en el contexto.
En mi experiencia recuerdo no solo el confiar mis secretos a los personajes de entrañables libros, o poemas que solía escribir desde muy pequeña, sino a la soledad o aquellas conductas que no se ven políticamente correctas, los cuales serían aquellos medios desesperados para pedir ayuda cuando ya todo está consumado (invalidado) al menos es lo que se genera y se conoce como self harm, solo por mencionar una de estas.
Es cuando se minimiza la dificultad al mostrarnos vulnerables esta experiencia y no se le da la oportunidad al individuo a tolerar el malestar de forma gradual y lento antes de ser resuelto.
Es tenerle temor y miedo a la experiencia reveladora del sufrimiento.
No es una oda a los eventos desafortunados, sino es la hermosura que nos puede proporcionar la adversidad. La sociedad nos vende un happy ending cuando eso, muchas veces no nos pasa. Solo esto ocasiona una frustración tal, para el nacimiento descarnado de conductas extremas para provocar una respuesta a nuestra atmósfera ya doliente.
Una comunicación errática, del: “sonríe o muere” y no cuestionamos que nuevo nos puede traer la vulnerabilidad, la experiencia de darle un nombre a lo que nos hiere, darle una antesala al encuentro.
Jamás seremos capaces del cambio sin validar.
En algún momento todos nos vestimos de verdugo (tal vez de otros) de nosotros mismos y decimos: ¿realmente no sé si importa lo que yo creo? y el depender, el estar solo, el que no puedo, el que siento de manera inadecuada, que actuó mal, es una constante…
Ser vulnerable es mostrarse desnudo, en pensamiento, palabra, cuerpo y no en omisión alguna.
Este es solo un pequeño haz de luz, de reflexión, de cómo estaba sentada en su momento al otro lado del escritorio, pero los roles cambiaron, ahora soy yo, la que está frente a ustedes, un día tan especial como este.