Miércoles, Junio 26, 2024
HomePublicacionesArtículosAlberto Hidalgo, el poeta inmarcesible

Alberto Hidalgo, el poeta inmarcesible

Alberto Hidalgo es el Precursor del vanguardismo en el Perú, nominado al premio Nobel de Literatura y conocido por su pluma crítica. Hidalgo fue, en su momento, una maravilla de la Ciudad Blanca. Lamentablemente, en la actualidad, la valoración a su –quizás adelantada– obra ha pasado a segundo plano

Se tiene la creencia de que un autor es exitoso cuando su obra alcanza a los grandes públicos, cuando sus libros se convierten en los más vendidos y son reconocidos por la marabunta, pero –la verdad– no tiene que ser así. El acceso a los grandes públicos no es sinónimo de éxito y –según especialistas– ni siquiera es requisito para asegurar la perennidad de la obra de un autor. 

En esa línea, el poeta Martín Zúñiga opina que “una obra como la de [Alberto] Hidalgo tiene lectores plenos; pocos, pero consistentes con su espíritu y obra. No es una poesía hecha para los grandes públicos. Pues no es una poesía sencilla de entender, ni de digerir. Es directa, seria, en busca de lo poético”.

Entonces, si por merecer entendemos aceptación, en términos de mayor difusión y alcance, quizá Hidalgo no obtiene lo que merece, “pero tampoco lo necesita. Aunque esto sea algo que siempre estará presente en la discusión literaria”. No obstante, Hidalgo sí tiene los lectores que merece: lectores asiduos y afines a lo que él hizo en su obra literaria. 

La figura de Hidalgo

Para Jorge Monteza, literato y, también, docente de la UNSA, que Hidalgo no sea tan conocido como Melgar y Vargas Llosa se debería a distintos factores: un posible “centralismo cultural”, que consiste en que desde Lima –muchas veces– se decide que literatura leer; otro, es el estilo de Hidalgo, el cual, adelantado a su tiempo, no habría sido el predilecto de los lectores. Además el uso de su pluma como arma, mayormente con tintes políticos, hizo que su obra tenga carácter circunstancial –en especial la narrativa–, es decir, con vigencia solo para la época.

De acuerdo al docente de la UNSA José Gabriel Valdivia, Alberto Hidalgo podría definirse en tres figuras: como un extraordinario poeta, un panfletario y un “poetólogo”, que vendría a ser un estudioso de la poesía. A consideración de Valdivia, Hidalgo como personaje no puede opacar al Hidalgo poeta, al panfletista o al poetólogo. Es decir, su versatilidad estaba a la altura de su talento.

Además, rescata que los jóvenes (post año 2000) han vuelto a Hidalgo. Y esta vuelta ha sido por su obra, por su poesía, mas no por el extraordinario personaje que representa.

La poetisa Elena de Yta señala que, lamentablemente, el estudio de la obra de Hidalgo se limita a alumnos de Literatura en la UNSA y a algunos curiosos o interesados, pero lo más probable es que no llegue a enseñarse en colegios u otros ámbitos educativos; e incluso, no sería una preocupación de las autoridades arequipeñas. “Es una pena que nuestro país no le haya dado en vida todo el reconocimiento que merecía”.

“La obra de Hidalgo me resulta valiosísima, en mi canon personal. Es una a la que regreso porque tiene mucho que mostrar y decir. Su carácter afable y -a la vez- contundente es una combinación poco común de encontrar. Para mí (conocer la obra de Hidalgo) fue una revelación nutricia, que me formó como poeta”.

Martín Zúñiga, gestor cultural y poeta

Forjamiento de su pluma

Alberto Hidalgo Lobato forjó su carácter desde muy pequeño, esto ante las duras circunstancias que le tocó vivir. De acuerdo a José Gabriel Valdivia, Hidalgo quedó huérfano a los cuatro años tras el supuesto envenenamiento de sus padres, teniendo como único sospechoso al ‘albacea’, quien habría cometido el crimen para quedarse con sus tierras en el balneario de Tingo, además de los bienes de la familia. Alberto- el mayor- junto a Carmen, Mercedes y Eduardo quedaron a cargo de quien habría asesinado a sus padres. 

“En Panoplia Lírica ya se nota su pluma libelista (que critica). Llena de insultos a este fulano que se apropió (de los bienes) y asaltó la vida de sus padres” indica Valdivia. Es en este mismo libro que Hidalgo podría haber escrito por primera vez sobre el dolor, pero decidió –en su momento– no hacerlo. “El dolor no podía dominarlo. Entonces, se da fuerza, se da energía, se sobreestima”, explica Valdivia.

Enfrentándose al mundo solo, además de la compañía – o en su momento responsabilidad- de sus hermanos menores, Hidalgo decide ‘limpiar’ ese pasado y avanzar con firmeza, de acuerdo a nuestro entrevistado. 

“A pesar de esa infancia dolorosa, se impone a ella. Con esa afirmación del yo, ‘yo fuerte’, Hidalgo se afirma para vencer la adversidad, y luego esta se vuelve un tema en su poesía”, concluye Valdivia. 

En la misma línea, el poeta Martín Zuñiga opina que, “una obra -que valga la pena de ser leída- suele ser desencarnadamente sincera. Suele decir verdades evidentes, que están frente a nosotros, pero que muchos no vemos; pero el autor las plasma así”. Tal cual la obra poética de Hidalgo.

Tenía el padre un parecido grande con la bondad

La misma frente iguales ademanes

Idéntica manera de moverse hacia los lados

Como distribuyéndose en las cosas

Como soltando partes suyas para que las asieran las personas

El padre y la bondad eran sosías

Entiendo que el tórax era poco

Año tras año ampliaba el domicilio en que alojaba el corazón

Y de tal modo éste llegó a ocupar todo su cuerpo

Allí a sus huéspedes brindaba atención de primera

En costumbre de abrazos en que cabían miles

Sin promiscuarse y sin hacinamiento

Porque al espacio su conducta cual si fuera de goma lo estiraba

[Fragmento de ‘Papá’, Alberto Hidalgo] Papá, por Alberto Hidalgo | Poéticous: poemas, ensayos y cuentos (poeticous.com) ]

Hidalgo como egotista

Tradicionalmente, Alberto Hidalgo es descrito como un ególatra. De acuerdo a José Gabriel Valdivia, ese no sería el término correcto, en su lugar debería usarse ‘egotista’ (el egotismo es el sentimiento exagerado de la propia personalidad). Menciona que este podría haber sido un tema de la época, “la afirmación del yo como cualquier ser humano necesita afirmar la subjetividad (…) En el proceso de la poesía de esa época había que afirmar al sujeto, porque ya el poeta comenzaba a ser dejado de lado” explica Valdivia.

A raíz de esto, el dandismo toma protagonismo en la vida de Hidalgo. Un dandi es un hombre que se distingue por su extremada elegancia y buenos modales. Para Valdivia, Hidalgo también era un dandi.

La imagen y presencia del autor habrían sido fundamentales para su ‘afirmación del yo’. “(Hidalgo) se engominaba el cabello –tenía una larga cabellera–. No era grande, era bajito. Él se describe extraordinariamente en Autorretrato y uno lo imagina paseando por las calles de Arequipa entre 1915 y 1921. ¡Y como no miraría la gente a ‘este chiflado… este loco’! Le decían ‘El mono Hidalgo’ por molestarlo y él también molestaba y era terrible”. 

En esta perspectiva, Hidalgo afirma su ‘yo’ que resulta en él como personaje. Ya para finales de 1959 publica Biografía del yo mismo, acuñando el término ‘yo mismo’ hasta en el epitafio de su tumba.

Busto de Hidalgo ubicado en el Cementerio de la Apacheta.
Foto: Jiori Carnero.

Predilección por la metáfora

“La metáfora de Hidalgo camina por donde van transitando todas sus propuestas poéticas a lo largo de casi 50 años escribiendo”, según considera José Gabriel Valdivia.

De acuerdo a Valdivia, la metáfora de la vanguardia era la preocupación de todos los poetas. Utilizaban la metáfora más extravagante que se podía dar.

Fragmentos de la poesía de Hidalgo como epitafio en su nicho ubicado en el cementerio La Apacheta.
Foto: Jiori García.

Debido a que varios de sus contemporáneos la empleaban, Hidalgo quería que la suya fuera distinta, había que ‘extremarla’. En la metáfora extravagante de Hidalgo dos elementos que no están vinculados se pueden relacionar; peculiaridad que caracterizaba a la corriente vanguardista. 

No sé por qué las notas de los pianos solos de las tardes

se refugian en mí como alondras heridas

Vienen aun desde lejos y cual si conocieran el oculto trayecto

que une forzosamente mi ser a cualquier música

[Fragmento de ‘Las rosas de las quejas’]

“Esto es una metáfora. Una nota musical la compara con una alondra herida, pero el piar de una alondra herida ¿cómo será? Yo imagino esa metaforización (…) ¿En qué se puede parecer una alondra herida a una nota musical de un piano? Ahí vemos ese juego metafórico de elementos que a veces no puedes relacionar [naturalmente]”, explica Valdivia.

Pido la cesantía de las buenas costumbres del lenguaje

La defunción de la gramática

El aniquilamiento del sentido doméstico en el canto

Exijo ausencias cuando yo poemo

Propugno el culto de la errata

El celeste relámpago de la equivocación

El juego mágico de malentendidos entre versistas y leyentes

Para que juntos poememos en perseveración de este prodigio

[Fragmento del poema ‘Semáforo’]

Hidalgo crea un verbo y pide cosas para la poesía. Una poesía, distinta, rebelde en la que uno se equivoque. “Esta propuesta es rebelde. Este poema puede ser visto desde una perspectiva de rebelión contra el modernismo”, explica Valdivia.

Para Hidalgo, su obra no es posmodernista, sino prevanguardista. Él creía en la creatividad y en la constante invención. “Un libro no puede parecerse a otro. En ese sentido va creando casi un cuarto de ciento de libros de poesía”

Hidalgo, también, plasma sus emociones en su trabajo. “Quiere recuperar la poesía como sentimiento, no tanto como una cuestión racional como fue la vanguardia, sino como sentimiento”, detalla Valdivia.

La poetisa Elena de Yta señala que Alberto Hidalgo destacó por su ruptura con la retórica y rima anterior.

Fragmento de un poema de Hidalgo en los portales de Yanahuara.
Foto: Referencial.

“Él buscó innovar y experimentar en su propuesta estética ofreciéndonos, en consecuencia, el simplismo, que era una forma de centrarse en la palabra misma y en lo visual”, sostiene.

Sin embargo, su trabajo no es –ni era– apreciado en su propio terruño. Hidalgo, por su pluma libelista, emigró muy joven a Argentina donde se dedicó a su obra por 48 años, hasta su muerte. El poeta, con su estilo diferente, no encajaba en el marco de la sociedad de aquel entonces, siendo esta una –posible– razón del escaso aprecio a su trabajo. 

Cabe resaltar que Hidalgo –en 1967– publica Antología Personal –meses antes de su fallecimiento– él mismo rechaza su vanguardia, al igual que su trabajo de juventud. Haciendo un análisis de tal decisión, Valdivia solo puede llegar a una conclusión: “Es Hidalgo…”.

Por Jiori Carnero, Yunior Yuca y Orly Vides (Orlando Cáceres Vides).

Fuente: Pancarta.pe.

También te puede interesar: ¿Qué pasó en el Festival Perú Central?

Publicaciones
Publicaciones relacionadas