El 10 de mayo de 1943, Lima amaneció con una devastadora noticia. La Biblioteca Nacional se había incendiado casi en su totalidad. Más de 150 mil volúmenes empastados y 40 mil manuscritos perdidos para siempre fue el saldo de una monstruosa alianza forjada entre el fuego y el agua, como escribiría Jorge Basadre, que arrebató al Perú una valiosísima parte de su patrimonio espiritual.
“Sin guerra y sin bombardeos, en la ridícula emergencia de un domingo criollo, la complicidad penosa de un portero senil y de una deplorable organización burocrática, el Perú acaba de perder el más espléndido patrimonio cultural de América del Sur. Todo el pasado histórico, avaramente depositado por varias generaciones, desde San Martín a Vigil, y de Palma a Gonzales Prada, ha sido reducido a cenizas en unas cuantas horas funestas” lamentó Raúl Porras Barrenechea en su artículo “Pasión y muerte de la Biblioteca Nacional de Lima”.
Muchas conspiraciones se tejieron en torno al evento. Hasta ahora, hay quienes sospechan que se trató de un incendio provocado, que involucraba al presidente Manuel Prado y al entonces director de la biblioteca, Carlos Romero. Sin embargo, los resultados oficiales señalaron que el incendio ocurrió por el mal estado del antiguo sistema eléctrico que poseía el recinto. Tal era el grado de frustración que provocó el siniestro en la intelectualidad de la época.
Sin embargo, como sugirió Juan Ríos, no se debía sufrir por la simbólica fogata. Por mandato presidencial, se formó una comisión encargada de la reconstrucción de la biblioteca, cuyo nuevo director sería el historiador Jorge Basadre Grohmann.
La comisión encargada de la reconstrucción de la BNP tuvo diversos puntos dentro de su agenda: se debía demoler y reconstruir el edificio, además se buscaron fondos monetarios y bibliográficos en el país y el extranjero. Ciudadanos y empresarios colaboraron. Hubo eventos pro fondos a nivel internacional.
Las colecciones de libros que empezaron a llegar del exterior, en especial desde los Estados Unidos, país que también envío profesores para la Escuela Nacional de Bibliotecarios que Jorge Basadre Grohmann crearía a raíz del incendio, se guardaron y clasificaron en la Escuela de Bellas Artes, junto con las obras salvadas del incendio y las que debían ser restauradas.
En respuesta al trágico suceso, se construyó la actual Gran Biblioteca Pública de Lima. Además, se llevó a cabo la catalogación de fondos. Entre los documentos guardados se hallan copias fotostáticas de documentos históricos, microfilms de libros y periódicos íntegros, manuscritos originales, planos antiguos, ediciones curiosas, valiosas partituras, además de discos y películas, incluyendo noticiarios nacionales. Todo ello está ahora resguardado en el moderno local del distrito de San Borja, cuyas bóvedas están especialmente climatizadas para la preservación de nuestro legado histórico.
Con la reconstrucción de la Biblioteca Nacional, pudimos reencontrarnos con el patrimonio bibliográfico del Perú y las fuentes de la cultura peruana. La primera institución cultural del país, vigorizada por la colaboración de los países amigos, el esfuerzo del estado y la ayuda de particulares, aspira a ser nuevamente el hogar espiritual de todos, y todos debemos contribuir a ser parte de ella y de su progreso.
Por: Freddy Aguilar Sánchez